Sentada en las gradas de acceso lateral al hospital Eugenio Espejo por la calle Yaguachi, en el centro de Quito, estaba una mujer de unos 60 años la mañana de este martes. Prefirió no dar su nombre cuando se le preguntó sobre la atención en esa casa de salud.

Usaba una gorra, un tapabocas y miraba a su hijo, quien buscaba unos papeles en una carpeta plástica.

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Exteriores del hospital Eugenio Espejo que forma parte del Ministerio de Salud Pública. Carlos Granja Medranda / EL UNIVERSO Foto: Carlos Granja Medranda

“Sí nos dan (la medicina), a veces sí toca comprar, pero la mayoría dan”, dijo ella, quien padece de cáncer al seno y que desde hace siete meses está en ese hospital donde ha recibido quimioterapia.

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Le ha tocado adquirir algunas pastillas. En unas gasta $ 7, en otras más de $ 40. Vive en San Antonio de Pichincha, en el norte de Quito. Está a la espera de una fecha para una operación quirúrgica.

A pesar de estar agradecida por la atención, pide al Gobierno que haya un mayor presupuesto e inversión.

Pedro Guillín, de la provincia de Los Ríos, preguntaba por unas cucharas de madera a pocos metros del ingreso principal del hospital Eugenio Espejo.

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Estaba junto a su esposa, Carmen Quintana, quien recibe desde hace tres meses un tratamiento luego de que le detectaran un soplo al corazón.

Contó que les dan algunas de las medicinas, aquellas que tienen; las que no, compran. Ha adquirido inyecciones y pastillas. Estima haber gastado $ 120.

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“Siempre falta, a veces falta mucho más, pero esa ha sido la tónica”, sostuvo una persona, integrante del cuerpo médico de esa casa de salud estatal, quien prefirió mantenerse en el anonimato.

Identificó tres inconvenientes: falta de personal suficiente, insumos –sobre todo de patologías complejas de pacientes referidos de otros centros de salud del país– que no se disponen y retraso en asignaciones presupuestarias.

En el último mes y medio, expuso, hubo reuniones y se envió un comunicado a los ministerios de Salud y de Finanzas. Además hubo un plantón en el que se reclamó lo planteado.

A raíz de aquello, agregó, hubo represalias que, a su criterio, se plasmaron en cambios de jefaturas y también en acciones disciplinarias, porque supuestamente no se encontraban en sus puestos de trabajo durante ese reclamo.

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Recordó que se han pedido ampliaciones de ciertas áreas a los últimos tres gobiernos, incluido el actual, sin respuestas.

Explicó que cuando no hay medicamentos se les pide a los pacientes que los adquieran por su cuenta, lo que se ha convertido en una práctica usual.

Para solucionar estos problemas plantea que el presupuesto para la salud aumente para cubrir las necesidades, los procesos de adquisición se agilicen y que haya un 100 % de dotación de fármacos.

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Los problemas en algunos hospitales se mantienen. En junio de 2022, en los exteriores del hospital Enrique Garcés, ubicado en el sur de Quito, hubo un pedido de los moradores del sector y trabajadores de este centro de salud para mejorar las instalaciones. Carlos Granja Medranda / EL UNIVERSO Foto: Carlos Granja Medranda

En el sur de la ciudad uno de los hospitales estatales es el Enrique Garcés, también conocido como Hospital del Sur.

“Siempre hay carencias de medicamentos, dispositivos e insumos”, admitió un sujeto del personal sanitario, quien prefirió el anonimato, aunque dijo que ha habido algunas mejoras en el mantenimiento. Estima un abastecimiento del 60 % al 65 % cuando antes era por debajo del 50 %.

Indicó que también hay falta de personal pues ha salido gente por jubilación o porque prefieren dejar el sistema público.

El hospital es de segundo nivel, pero se atienden todo tipo de casos desde curaciones, que les envían de centros de salud, hasta cirugías reconstructivas.

La manera de suplir la falta de insumos es que los pacientes los compren o se los deriven a otros hospitales o centros de referencia en donde los reciban.

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Los pacientes de consulta externa del hospital Pablo Arturo Suárez se ubican en una carpa. Carlos Granja Medranda / EL UNIVERSO Foto: Carlos Granja Medranda

En el norte de la ciudad se advierte que una parte del hospital Pablo Arturo Suárez está con trabajos inconclusos.

Frente a esa casa de salud, de una farmacia salía Alexandra Molina, este martes, con una funda plástica en sus manos.

Comentó que a su padre, de 48 años, le van a realizar una cirugía en una clínica y lo enviaron a comprar una ampolla que le costó $ 1,15. En un pedazo de papel escrito a mano se leía diclofenaco. Luego, en esa casa de salud pública, van a operarlo de la vesícula.

Al padre de Diana Villacrés lo atendieron en oftalmología por derivación del centro de salud de Tumbaco.

Señaló que aproximadamente un año después le llegó un mensaje con la confirmación de la cita, pero ella destacó la atención recibida en el Pablo Arturo Suárez, pues mencionó que el proceso para abrir la historia clínica fue rápido al igual que la toma de signos vitales y ellos le manifestaron que le realizarán todos los exámenes del caso, por lo que no era necesario que fuera al sistema privado.

Para Juan Barriga, quien preside un gremio que agrupa a profesionales de hospitales públicos, tras seis meses del actual Gobierno no ha habido ningún cambio. Argumentó que los pacientes que tienen las posibilidades compran los insumos y que el problema radica en que los hospitales no tienen recursos.

Desde el Gobierno se declaró que hay un 80 % de abastecimiento de medicamentos, y en un comunicado el hospital Eugenio Espejo expresó que tienen un 89 % de medicamentos de uso general, así como un 87 % de medicamentos oncológicos. (I)