El documento del balance energético presentado por el Ministerio de Energía y Minas (MEM) registró un aumento de 7,2 puntos porcentuales en la emisión de CO2 (dióxido de carbono), N20 (óxido nitroso) y CH4 (metano).

Estos tres compuestos químicos son esenciales en el proceso conocido como efecto invernadero, que es un fenómeno natural: comienza cuando los rayos del sol penetran la atmósfera y llegan a la superficie planetaria. La tierra absorbe parte de la radiación solar y refleja el resto a la atmósfera. De lo que se refleja a la atmósfera, una parte sale al espacio y otra parte es retenida por los gases de efecto invernadero (GEI).

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Así, los GEI cumplen su función de mantener la temperatura media mundial a niveles aceptables para la vida. Sin embargo, la sobreconcentración de GEI en la atmósfera causa aumentos en la temperatura.

Las actividades humanas, principalmente el transporte, provocan emisiones de GEI que a la larga incrementan la temperatura.

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Según el balance energético del MEM para el 2022, el país emitió 41.496 megatoneladas de emisiones de GEI. La mayoría vinieron de la combustión de derivados del petróleo, como diésel, gasolinas, gas licuado de petróleo, jet fuel y fuel oil. En 2021 se emitieron 38.700 megatoneladas de GEI.

Puntualmente, el diésel fue la mayor fuente de emisiones, con 15.763 megatoneladas en 2022. Le sigue la gasolina con 11.242, el GLP con 3.882 y el fuel oil con 3.325. El diésel ha sido el mayor emisor de GEI por al menos diez años, según el reporte del MEM.

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El sector del transporte representó el 49,7 % de las emisiones totales para el 2022, con 20.645 megatoneladas.

Raúl Castro, docente de la UTPL, explica que las emisiones se producen cuando se efectúa una conversión de energía. Tipos de energía como la eólica o la hidráulica también emiten GEI, por lo tanto, también emiten GEI, pero a menor medida que otras.

El uso de energías renovables, además, cayó el 8,2 % de 2021 a 2022.

“La pregunta es, entonces, ¿dónde se producen más emisiones? Cuando utilizamos derivados de petróleo, pues existe una combustión”, señala. “La mitad de la energía del país se va en el sector de transporte”.

Según el reporte, la mayoría de consumo de gasolina en el sector de transporte proviene de vehículos particulares. El 73,9 % del consumo de gasolina correspondió a autos particulares, SUV, taxis y motos. Los vehículos colectivos de pasajeros, como buses y furgonetas, representaron apenas el 2,1 % del consumo de gasolina.

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Castro señala que sistemas más comprensivos y mejorados de transporte público podrían ser una respuesta a la emisión de GEI en este rubro. Un bus es más eficiente en este sentido, pues lleva a más gente a sus destinos a un costo menor en términos de emisiones.

Castro también reconoce, sin embargo, que la demanda de autos particulares responde en parte a una necesidad de comodidad y de seguridad de los usuarios.

De acuerdo con la Universidad de California en Los Ángeles, cada auto emite un promedio de una libra de dióxido de carbono por cada 1,6 kilómetros recorridos.

Los vehículos de carga pesada, en cambio, fueron los que más consumieron diésel: representan el 67,5 % del consumo. Buses y furgonetas tuvieron el 10,9 % del total.

El MEM espera que la demanda de derivados de petróleo siga creciendo: proyectan un aumento del 4,8 % en la demanda de diésel, de 6,9 % en gasolina y de 6,5 % en GLP.

Cambiar la matriz energética del país para dejar de depender tanto de derivados de petróleo implicaría construir más centrales hidroeléctricas.

“El 25 % de la energía ahora es eléctrica y el 75 % es de derivados de petróleo (...), supongamos que queremos cambiar la matriz energética y queremos que el 50 % sea eléctrico y el 50 % provenga de derivados de petróleo. Necesitaríamos duplicar el número de centrales hidroeléctricas, duplicar su capacidad de líneas de transmisión y la potencia de nuestros transportadores”.

Intervenir en el sector de transporte, resalta, implicaría una mayor intervención del Estado para posicionar autos eléctricos en el mercado.

Las centrales eléctricas también generan emisiones de GEI. Del 2021 al 2022, el MEM registró un incremento porcentual de emisiones de casi 70 %: pasaron de 1.505 megatoneladas en 2021 a 2.557 en 2022. Ninguna otra actividad reportó un incremento similar de emisiones.

Esto se debe, según Castro, a las sequías que experimentó el país el año pasado, que redujeron la producción de las hidroeléctricas y obligaron a aumentar el uso de derivados de petróleo como diésel para generar energía en centrales termoeléctricas.

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“En estos días de septiembre hemos generado apenas el 70 % de electricidad con energía hidráulica, en condiciones normales deberíamos generar el 90 %, ¿cómo hacemos para suplir el 30 % que falta? Encendemos nuestros generadores térmicos. Ojalá esto no se agrave (...), de lo contrario el número (de emisiones) será mucho mayor que el que se ve ahí”.

El consumo de energía eléctrica por habitante para 2022 fue de 1.569,1 kilovatios por hora per cápita, lo cual corresponde a un incremento del 2 % respecto al 2021. En un contexto global, esto ubica a Ecuador muy por debajo de países como Islandia, que reportó 49.725,2 kilovatios por hora per cápita en 2021, y Noruega, que promedia 24.117,4.

En cuanto a consumo final de energía, el MEM informa que cada ecuatoriano consume 5,56 barriles equivalentes de petróleo al año. (I)