Lorena aún recuerda su primer sueldo hace once años y que fue cancelado en cheque. Ella cobraba 380 dólares cada fin de mes y le daba dolor de cabeza ir a la agencia bancaria y pasar horas haciendo fila.

“Yo salía a las 15:30 de trabajar porque entraba temprano. Iba al banco y ya eran las 18:00 y había ocasiones que no alcanzaba a cobrar porque las filas eran inmensas”, cuenta la ciudadana.

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Esa peripecia la mantuvo por seis meses hasta que la empresa en la que trabajaba decidió pagar en cuentas bancarias. Y Lorena no lo dudó y abrió una cuenta. “Desde ahí todo cambió. Y solo iba a los bancos para depositar algún pago y nada más, pero iba un día que sabía que no había mucha gente. Menos quincena ni fin de mes”, sostiene.

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Después de unos años, cuando empezaron a salir las aplicaciones móviles, descargó una y desde entonces las transacciones las realiza desde su celular. “Es un gran ahorro de tiempo”, apunta.

Según cifras de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca), en 2022 las mujeres realizaron 402 millones de transacciones, que corresponden a canales físicos, remotos y digitales. En cambio, con los hombres fueron 413 millones de operaciones.

Esa brecha cada vez es más corta. Y en la parte móvil, las mujeres efectuaron 178 millones de transacciones en el año anterior, lo que equivale a un 106,7 % más que en 2021.

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María Elena Pulgar, docente de la Escuela de Negocios Internacionales en la UISEK, menciona que el acercamiento de las mujeres a los medios digitales bancarizados se debe a la facilidad. “Hay que considerar que nuestras ciudades no son fáciles para la movilización. Y lo podemos hacer estando en el hogar o en el trabajo”, comenta Pulgar, y agrega que ese acceso puede aumentar con la inserción laboral.

“Si se vinculan al sector laboral, entonces eso hace también que suba su participación en el sistema”, señala Pulgar. Además cita los datos del Banco Central sobre que 4,1 millones de mujeres tienen acceso a productos y servicios financieros (a septiembre de 2020) y 4,4 millones son hombres.

Para el analista económico Héctor Delgado, tanto las estadísticas de Asobanca como del Banco Central significa que son equitativas. “Es un reflejo de que este es un servicio sin importar el género. Y creo que gracias a la tecnología y diferentes canales, que el sistema financiero ha desarrollado, ha aumentado la inclusión, siendo las mujeres unas de las principales beneficiarias”, opina Delgado.

A pesar de esto, según Pulgar, aún existen desigualdades. “El acceso de la mujer al trabajo en cualquiera de sus modalidades también impacta directamente en su inclusión, en la bancarización y esto trae factores positivos como manejar sus propios fondos. Las mujeres normalmente invierten en la familia, no en ellas mismas. La inversión de la mujer es más comunitaria”, dice Pulgar.

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Y considera que hay otras barreras como la situación conyugal. “Si está soltera, por ejemplo, no podría acceder a un crédito de montos más elevados. Si está casada, va a necesitar la firma de su cónyuge. Y también puede haber barreras culturales... a veces se identifica lo masculino con el mundo de las finanzas y a lo femenino se lo deja como aparte”, asegura la experta.

En tanto, los datos de Asobanca reflejan que el uso que las mujeres le dan a la bancarización se enfoca más en los corresponsales no bancarios (CNB), estos son, como intermediarios entre el banco y los usuarios, y operan en comercios y locales muy cercanos donde se pueden realizar diferentes transacciones.

En estos CNB, las mujeres efectúan el 54 % del total de las transacciones, que corresponden a 85 millones de operaciones en 2022. “Lo que demuestra que este canal facilita la inclusión financiera y permite ser una opción adecuada para que las mujeres realicen sus transacciones”, menciona Asobanca en su informe.

Delgado indica que estos CNB, al ser cercanos a los domicilios, efectivamente son usados más por las mujeres, quienes suelen ser las que pasan más tiempo en los hogares. “Las mujeres se quedan en casa haciendo que los CNB sean su canal preferencial al momento de realizar una transacción bancaria. Hay que tener en cuenta que los CNB no pueden brindar todos los servicios que sí ofrece una agencia bancaria; sin embargo, es muy utilizado para realizar pagos de servicios, hacer pequeños depósitos o retiros y recibir remesas”, explica Delgado.

Pulgar indica otro enfoque del uso y considera que las mujeres se encargan de ciertos rubros y en otras ocasiones de todos, y siempre priorizan el tiempo: “La mujer accede a estos puntos porque invierte en la familia, normalmente pagas los servicios básicos, haces transferencias, pagas las colegiaturas de los niños”.

Tanto Delgado como Pulgar enfatizan en que a la banca le hace faltar desarrollar más productos y servicios enfocados al género femenino. “Es importante conocer bien sus necesidades y que estas soluciones financieras sean realmente una solución para ellas. Productos para el ahorro, podría ser interesante puesto que las mujeres cuidan mucho el dinero y son muy planificadas”, afirma Delgado.

Pulgar sostiene que es necesario mejorar la seguridad para generar más confianza en los medios digitales y en el sector rural. “Normalmente se va a pedir que el sector financiero siga mejorando en seguridad, sea más efectivo, que se acerque con una socialización de los medios digitales y buscar espacios en zonas que no necesaria o históricamente estén bancarizadas como el sector rural. Yo creo que las mujeres van a encontrar el medio más cómodo para hacer sus transacciones financieras”, expresa. (I)