Chile es muchas veces citado como el líder en desarrollo y temas económicos en la región, pero desde 2019 el descontento social estalló provocando que los líderes políticos accedieran a cambios en la estructura del Estado, para lo que se redactará una nueva constitución.

En octubre pasado el 79% de la población dijo que sí quería una nueva constitución en un plebiscito que logró una participación del 51% -el voto es voluntario- y que se hiciera con una convención -de 155 integrantes- separada de los otros poderes. Mientras que la elección de sus integrantes se ha venido posponiendo por la pandemia hasta finalmente realizarse este 15 y 16 de mayo.

Eugenio Tironi, sociólogo y catedrático de la Universidad Católica de Chile, comenta que por el momento la preocupación principal de la población sigue siendo la pandemia -que ha golpeado duramente la economía de los chilenos, la pobreza aumentó al 12,2% en 2020, 4,1% más que 2019- y no hay un clima de mucha efervescencia.

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“Lamentablemente el hecho de haber postergado varias veces y el paso del tiempo desde los hechos que provocaron la promoción de una constituyente (hacen que la gente) vaya un poco más indiferente”, comenta Tironi.

Menciona que entre las novedades está la paridad de género en los integrantes y la representación de pueblos originarios (17 escaños), que impulsa a declarar a Chile plurinacional o pluricultural.

Para Ernesto Águila, académico de la Universidad de Chile y columnista político, la participación que se tenga el fin de semana es aún una duda, pero se estima que sea parecida a la del plebiscito.

“Hay una compleja situación social y política de crispación que probablemente pueda empezar a encontrar su cauce a través de esta elección y este proceso constituyente. Pero en general hay un estado de crisis y de disolución de una cierta comunidad política que es la que se pretende reconstruir a través del proceso constituyente”, dice Águila.

Para ambos, las principales discusiones sobre la convención constituyente es el papel del Estado en la vida de las personas y el sistema político, pues concuerdan en que la actual Constitución no solo tenía el problema de haber nacido en la dictadura, sino que promovía el crecimiento económico y garantizaba el capital y la inversión, encima de los derechos sociales y universales. Algo que se discute en todo el mundo, con voces a favor y en contra.

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Además, el modelo hiperpresidencialista que tiene el país podría transformarse en uno semipresidencial o semiparlamentario.

“Va a incorporar elementos del régimen político y también elementos en el sistema electoral que aseguren que haya mayor equilibrio entre el Legislativo y el presidente, por un lado, y, segundo, que aseguren que el gobierno de turno cuente con una mayoría en el Parlamento”, comenta Águila, para quien en los últimos catorce años la falta de apoyo de los presidentes en el Congreso ha sido un problema.

Eduardo Arriagada, profesor en Comunicaciones y codirector del laboratorio de investigación y análisis de redes sociales de la Universidad Católica de Chile, comenta que la conversación que se ha tenido en redes ha sido más ideológica, pero que igual se notó presencia de links que llevaban a conversaciones de contenido, algo que sí se ha hecho en los medios tradicionales. En redes, la mayoría ha llevado un mensaje simple de campaña y los moderados, como suele ocurrir, dejan de participar ante la polarización.

“Hace poco se publicó una encuesta... y mostraba que si uno ponía a los chilenos de izquierda a derecha, un 20% se definía de derecha, un 25% se consideraba de izquierda y en el centro estaba el 55% restante. Hay otro estudio que se llama Hablemos de Chile, que ha hecho más de 40.000 encuentros cara a cara que habla un poco de lo mismo. En general hay mucho acuerdo en lo importante y eso se reflejó en la aprobación del 80% que quería el cambio de constitución. Ahí en el fondo está la suma de la gente de centro que quiere ciertos cambios más la gente de izquierda”, comenta Arriagada, quien agrega que ahora la votación va a ser mucho más abierta.

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Como en otros países, ha mermado el apoyo a los partidos políticos tradicionales. Para estas elecciones han aparecido varios nuevos y los tradicionales han integrado listas con candidatos independientes invitados.

Para Arriagada, todas las candidaturas están buscando atraer ese 55% de centro, salvo pocos partidos. Y en ese campo están los electores que quieren seguir con un país que se desarrolla, pero en el que todos pueden salir adelante, no solo unos cuantos.

Justamente el aspecto económico es uno de los que están presentes en la discusión. Según Renato García, periodista económico del Diario Financiero, el fin de semana se enfrentan tres visiones: “Mientras algunos presionan por un cambio total del paradigma, otros creen que solo necesita ajustes y otros defienden la idea de que (el sistema actual) ha sido el más exitoso en reducir la pobreza en el país”.

“El desarrollo económico, además, ha despertado el anhelo de asegurar servicios y coberturas mínimos que ahora parecen posibles, pero que años atrás eran impensables”, añade García.

El periodista también menciona que en el área empresarial hay cierto temor de que se logren propuestas más radicales como acabar con el sistema privado de pensiones, al que llama “uno de los pilares de la estabilidad financiera del país” y a proyectos de impuestos a la minería, que “bajo ciertas condiciones de precio del cobre podría elevarse a más de 80%, lo que ha generado alarma en la industria y advertencias de que podría acabar con el sector”. Pero con integrantes moderados y el alto quorum para la aprobación de reformas, esos miedos se reducirían.

Además de las elecciones para la convención, los chilenos también eligen gobernadores (por primera vez), concejales y alcaldes, cuyo rol ha tomado más importancia con la pandemia. (I)