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Atrás quedó el lustrabotas, las jornadas de carbonero y el niño al que sacaban de clases porque sus padres no pagaban puntualmente las pensiones. El esmeraldeño radicado en Quito desde hace veinte años, Bolívar Armijos Velasco, acumula hoy un patrimonio cercano a los $ 3 millones y cumple la meta que ha perseguido desde hace unos años: ser candidato a la Presidencia.

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”En las clases era el primero en la lista: Decían, ‘Armijos no ha pagado la pensión, afuera’. Nos avergonzaban, nos sacaban a los que éramos del campo. Entonces hicimos unas cajas de madera para ponernos a lustrar zapatos, íbamos a los muelles, cargábamos y descargábamos cuando iban los barcos de Guayaquil a San Lorenzo”, recuerda este candidato, nacido en el cantón San Lorenzo y, por casi dos décadas, dirigente del Consejo de Gobiernos Parroquiales Rurales del Ecuador, Conagopare.

Abogado de 47 años, padre de ocho hijos y con un nieto, Bolívar Armijos nació en la parroquia rural de Calderón, una comunidad de unos mil habitantes y cuyo ecosistema se encuentra amenazado, “especialmente por la presencia de extensos cultivos de palma aceitera y la tala indiscriminada de los bosques por parte de pequeños y medianos madereros”, según refiere el Plan de Ordenamiento Territorial de Calderón en 2015, durante la gestión de Armijos.

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En esta parroquia, Armijos emprendió sus primeros negocios, precisamente, vinculados a la explotación de madera y la venta de terrenos para cultivos de palma africana, actividades que más tarde formalizó, según el Servicio de Rentas Internas (SRI). A los 20 años, un día en que vendía unas tierras de su abuelo, conoció a unos comerciantes que le propusieron ser intermediario en la compra-venta de terrenos.

Don Bolo, como le decían sus coterráneos, era entonces muy conocido en Calderón. Y así comenzó su negocio de bienes raíces, hasta que llegó la dolarización y los ingresos aumentaron. Compraba en sucres las tierras a los agricultores y las vendía en dólares a los inversionistas que buscaban hectáreas para sembrar la palma.

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”Los empresarios me traían el dinero en sacos, en pacas de billetes, en sucres y dólares, yo gané tanto dinero que a veces se me dañaban los billetes, yo he vendido entre 50.000 y 70.000 hectáreas en toda la provincia. Tengo 25 años comprando y vendiendo haciendas para empresas particulares madereras, para la parte agrícola en todo el país”, dice este esmeraldeño que ha sido el único candidato que ha renunciado a $ 1 millón del fondo que asigna el Consejo Nacional Electoral (CNE) a los postulantes para su campaña.

Cuando vendía un terreno, él se quedaba con una porción de la tierra, “la más bonita”, para sembrar también la palma o para venderla más tarde al mismo empresario interesado en extender sus cultivos. “De todas las grandes empresas privadas, yo fui la persona que les vendí las tierras. Ellos me recomendaban, todo el mundo hizo negocios conmigo. Ahorita, una hectárea de tierra, desde el km 9 hasta San Lorenzo, está entre 15.000 y 30.000 dólares, y yo tengo propiedades ahí, una sola propiedad mía ahí cuesta $ 1 millón”.

Bolívar Armijos, candidato a la Presidencia, recorre las ciudades del país para dar a conocer su plan de trabajo. Foto: Api Foto: El Universo

Con sus recursos, recuerda Armijos, apoyó la campaña política de un dirigente parroquial que lo convenció para que también se postulara, y así ganó su primera elección como presidente de Calderón. ”Lo conocí en el 2000, yo era presidente de la parroquia Alto Tambo. Con él lideramos un proyecto macro de electrificación rural que benefició a 3.000 familias, en la vía Ibarra-San Lorenzo. Fue un proyecto bastante favorable para la población rural, porque nunca teníamos energía, nunca, nunca”, recuerda Segundo Saltos, dirigente parroquial que recuerda a Armijos como “un hombre del campo”, cuando aún no era abogado, cuando “metía el hombro en la finca” y cuando empezaron a organizar las juntas parroquiales y a formar la Conagopare, entidad que Armijos presidió y de la que recibía un sueldo de $ 5.009, valor adicional al salario de $ 770 como presidente del GAD de Calderón.

Desde el 2002 hasta el 2019, Armijos estuvo al frente de la Conagopare, que hoy comprende 823 parroquias rurales. “Conagopare es modelo en América Latina, antes no tenía ni un solo centavo y hoy tiene $ 198 millones. La propuesta es incrementar a $ 1.000 millones para que se puedan solucionar los problemas de los campesinos”, recalca Armijos, en cuyo plan de trabajo destaca la inversión en el campo, tecnificar el agro y generar empleo en las zonas fronterizas, donde propone un acuerdo binacional con Perú y Colombia para vigilar con tecnología.

”Vamos a eliminar la central de riesgo para que la persona que paga una deuda, inmediatamente sea sujeto de crédito, vamos a hacer una consulta para que los prefectos sean elegidos por el sector rural”, explica este abogado, cuya compañera de fórmula, Linda Romero, ofrece concentrarse en el desarrollo social: “Generar capacitación de las madres, combatir la desnutrición, buscar a las madres de las zonas rurales para que puedan producir los alimentos que da la tierra”.

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Como representante de la ruralidad, Armijos participaba de los gabinetes itinerantes en el gobierno de Rafael Correa, a quien menciona como su “amigo”, a pesar de que –asegura– no le cumplió la promesa de ser en 2021 el candidato presidencial de UNES (Unión por la Esperanza), movimiento del que Armijos se considera fundador. Antes, en 2015 había intentado crear sin éxito una organización política que represente al sector rural, pero el CNE invalidó las firmas de respaldo.

”Cuando terminé mi periodo en Conagopare (2019), porque no tenía a nadie, me llama el presidente Correa. Ahí me pide que viaje a Bruselas, me reúno con él, con Pierina y ahí me pide que sea candidato, me pone equipo de asesores para hacer la estrategia, empiezo a recorrer el país y faltando una semana se reúne en México y deciden ponerlo a Andrés Arauz. Luego me dijeron que sea vicepresidente, luego que ya no porque iba Rabascall. Después me dijeron que iba de segundo candidato a la Asamblea, cuando una amiga me dice: ‘Bolívar, por qué has aceptado el puesto 6′, todo eso lo viví, no tengo ningún resentimiento”, recuerda el hoy candidato y recalca: “El presidente Correa es mi amigo, yo no tengo problemas con él”.

Armijos admite que aceptó el sexto lugar –como una especie de blindaje– porque en esos días la Contraloría había comenzado a investigar sus bienes, su gestión en Conagopare y también en la parroquia Calderón. En 2006 lo señalaron en irregularidades por la compra de material base para la obra de pavimentación de San Lorenzo, mientras que en 2020 un informe de Contraloría señaló anomalías en el uso de los recursos para un programa de reforestación ambiental. Los funcionarios de la Contraloría, denuncia, “son los más corruptos”. “Lo que hacen es presionar a las autoridades, le buscan cualquier error para chantajearlo, a mí me chantajearon en la Contraloría, conozco a amigos, a alcaldes que les han sacado dinero”.

Bolívar Armijos, candidato a la Presidencia, participó en un conversatorio en el Colegio de Ingenieros Comerciales del Guayas para socializar su propuesta de campaña. Este gremio le entregó un reconocimiento. Foto: Tomado del Twitter de Bolívar Armijos

En los registros judiciales en San Lorenzo, Esmeraldas, consta el archivo de una causa contra Armijos por enriquecimiento ilícito “por no contar con elementos necesarios para formular cargos”. En sus declaraciones de bienes presentadas ante Contraloría, Armijos reportó un patrimonio de $ 2 millones en 2019, es decir cinco veces más que los $ 412.000 que registró en 2014.

“Son mis tierras que tengo desde hace muchos años, desde antes de Conagopare. Mi contadora me dijo que ponga el valor que tienen ahora”, justifica el candidato y asegura que todos sus bienes están en Esmeraldas, su casa en Quito aún la está pagando y que las deudas –entre ellas las pérdidas por las cosechas en sus sembríos– han sido reportadas a Contraloría.

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En una treintena de procesos en los que Armijos consta como acusado, se mencionan causas relacionadas con cobros de facturas, deudas de dineros, una acusación por ataque y resistencia en 2018 y una demanda por alimentos ese mismo año. “Gente que se le vino pagando una propiedad, nos demoramos en pagar por la pandemia, entonces se alocaron y me fueron a poner una denuncia, estoy al día, no le debo ni un dólar a ninguno de ellos”, explica sobre los juicios por deudas, mientras que sobre la denuncia de ataque aclara: “Policías que llegaron a un restaurante, donde a una chica le faltaron el respeto, yo la defendí y me agarraron a mí en vez de coger al culpable. Luego los policías me vinieron a pedir disculpas”, recuerda el candidato por el Movimiento Amigo, Lista 16.

Segundo de cuatro hermanos, Armijos “es un padre cariñoso y consentidor” de sus ocho hijos, siete de ellos mujeres. “Es muy paciente, a veces no sé cómo nos soporta”, dice una de sus hijas, de 22 años, quien elogia los asados de su papá los domingos y los goles que anota como delantero. “Tuvo una infancia difícil. Siempre nos dice que recordemos de dónde venimos, que todos somos iguales”.

Separado desde hace nueve años y con la custodia de sus hijos menores, Armijos ha hecho un paréntesis en sus negocios para seguir su sueño de ser presidente del Ecuador. “Soy el que más conoce el campo y de administración pública, soy experto en desarrollo local, he ejecutado miles de obras a nivel nacional. Me levanté de las cenizas”. (I)