En el barrio San Alfonso de la parroquia Huachi Grande, en el sur de Ambato, hay dolor e indignación entre los miembros de la familia de Dayana Suárez Núñez, quienes consideran que no se hizo justicia con la sentencia que impuso un juez al hombre acusado de acabar con la vida de la joven.

Ellos cuentan que el 22 de octubre del año anterior, la ahora occisa acudió a la casa de quien era su novio, David R. I., en el barrio Colinas del Sur, en el sur de la ciudad, con el fin de terminar la relación sentimental de dos años por el constante acoso y celos que él sentía.

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Sin embargo, dicen, lejos de aceptar la voluntad de la chica, él le había envenenado y luego enterrado en un bosque de la parroquia Calpi, un sector rural de Riobamba.

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En la casa donde vivía Dayana Suárez Núñez con su madre (Gladys) recibió a un equipo de este Diario una de sus tías. Visiblemente afectada emocionalmente, ella sostiene que dejarán todo en manos de Dios.

Floresmilo Suárez, abuelo paterno, dice que a pesar de haber pasado más de seis meses de la muerte de su nieta aún persiste el dolor en la familia de la madre y del padre de la muchacha que tenía 20 años. “Incluso cuando conocí de lo que le había hecho me puse mal y no pude ni siquiera asistir al velorio”, comenta él.

Con pesar, mientras trata de contener las lágrimas, recuerda que la joven vivía a pocos metros de su casa, por esa razón lo visitaba con frecuencia, porque le gustaba comer cualquier bocado que se le brindaba. “Ella siempre fue cariñosa, tranquila y respetuosa. La extraño mucho, siempre estuvo con nosotros”, señala el adulto mayor.

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Dice que el papá de Dayana (Mesías Suárez) presintió que algo malo le iba a pasar, pocos días antes del suceso, le recomendó que tuviera mucho cuidado con algún enamorado y peor si es malo, pero que ella le respondió que no se preocupara.

“Imagínese que los abogados ni el fiscal han dicho nada. Todos vienen a ser cómplices de la muerte de Dayana, por mi parte siempre estoy triste y no sé hasta cuándo será eso”, comenta Suárez, mientras confiesa que se siente indignado porque la sentencia impuesta a David R. solo fue de catorce años y seis meses.

Juan Núñez y Rosa Núñez, abuelo materno y tía de Dayana, también muestran inconformidad con la sentencia de la pena privativa de libertad para David R. Ellos consideran que se le debía imponer lo que señala el artículo 141 del Código Orgánico Integral Penal (COIP) para el caso de femicidio: entre 22 y 26 años.

“Sabiendo muy bien cómo fue el crimen, porque según la autopsia, ha sido maltratada, magullada, hecho a un lado la boquita y la nariz. Él mismo se fue al lugar donde la había enterrado a mi chica para sacarla (cadáver) delante de los policías. Entonces, no es justo que se le haya puesto esa pena, porque cometió doble crimen ya que ha estado embarazada”, asegura el abuelo materno.

La tía, por su parte, comenta que el caso fue por femicidio, pero no oculta su extrañeza al manifestar que en la audiencia de juzgamiento que primero fue el martes 9 de mayo y se suspendió para el jueves 11, se cambió de fiscal, pero más les indigna la sentencia de catorce años y seis meses para el responsable.

“Según el juez, la sentencia fue porque él se ha entregado voluntariamente y que la ley dice que se le rebaja un tercio de la condena. Que si nosotros queremos, tenemos que apelar para ver si se le suben los años”, agrega la mujer.

Menciona que a raíz de la muerte de Dayana, la madre de ella está bastante delicada de salud porque al ser la única hija mujer era la que la acompañaba en la casa y que cuando no tenía clases o deberes de la carrera de Enfermería que seguía en la Universidad Técnica de Ambato (UTA), la ayudaba en todo. “Por eso es que aún no asimila lo que le pasó”.

Asegura que casi a los siete meses se realizó la audiencia de juzgamiento, pero que eso se consiguió por la presión que ejercieron ante la justicia.

Comenta que los compañeros de la UTA le contaron que conocieron al sentenciado como un hombre “muy celoso”, que la iba a ver en estado etílico e incluso llegó a pegarle o quitarle el celular. De esto último la familia sí había caído en cuenta, porque a veces Dayana llegaba con el teléfono de él y que su entonces enamorado se quedaba con el de ella.

La tía refiere que en más de una ocasión la mamá de la joven la aconsejaba. Aquello la habría motivado a buscar al hombre y decirle su deseo de terminar la relación sin saber lo que le iba a suceder. “Terminó con los anhelos y los sueños que tenía para la vida”, lamenta.

“Hasta ahora espero que entre a la casa como lo hacía regularmente en las tardes para tomarnos un cafecito luego de cuidar a los animales. Es fuerte el dolor que nos dejó a todos”, dice Juan Núñez, abuelo materno de la víctima.

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Este Diario buscó la versión de uno de los abogados que formaron parte de la defensa técnica del sentenciado. En principio, a través de llamada al celular, accedió a dar una entrevista en su oficina el jueves 25 de mayo a las 17:30.

Ese día se limitó a decir que no daría declaraciones sobre el caso.

En el despacho del fiscal de Violencia de Género n.º 1 de Tungurahua, a cargo de Roberto Vayas, se informó que él se encontraba en una audiencia, pero que la apelación a la sentencia en contra de David R. se dio en el plazo que determina la ley, es decir, tres días luego de haber recibido la notificación de la sentencia por escrito.

Con esta medida, familiares de la víctima esperan las diligencias respectivas en su afán de que la condena sea mayor. (I)