Las circunstancias nos han forzado a vivir y a gustar de lo que antes era ciencia ficción: trabajar, estudiar y comprar desde la casa.
Las vidas de muchos serán más placenteras y eficientes. El que está empleado evitará incómodos traslados, usará ropa sencilla y zapatos cómodos, mantendrá el control de su hogar, tendrá menos gastos.
El empleador ofrecerá asistencias escalonadas que les requerirán menos espacios. Una enfermedad o problema familiar ya no serán causa de ausencia al trabajo, habrá menos chismes y peleas. Habrá más eficiencia. A algunos profesionales, abogados, asesores y hasta médicos ya no les hará falta oficinas o las necesitan más pequeñas. El estudiante irá a clases unos días escalonados entre instituciones, para estar con sus compañeros y se quedará los otros días en casa sin madrugar ni largos traslados. En la educación superior, se facilitará el trabajar. Con la entrega a domicilio habrá menos tiendas, hoy vacías buena parte del tiempo. Nuevos emprendimientos surgirán con más facilidad. Los centros comerciales pasarán a ser lugares de diversión más que de compras. Las familias pasarán mucho más tiempo juntas, compartiendo trabajos y labores del hogar. Habrá menos tráfico, menos consumo de gasolina y menos contaminación, se alargará la vida útil de los vehículos. Menos inversión en las calles. Las reuniones por internet acercarán a los que están lejos y poco se veían. Los jóvenes ya vivían esa realidad, los no jóvenes nos iremos adaptando. El ajuste será traumático para algunos. Para que no lo sea para ti, prepárate. (O)
Joaquín Vicente Martínez Amador, avenida Samborondón