La semana anterior en nuestro país fuimos testigos de las acusaciones entre autoridades locales y nacionales. Como resultado de ello tuvimos una doble celebración en la ciudad de Guayaquil, cada quien por su lado.

A los ocho años, Guayaquil volverá a tener dos sesiones solemnes: la del Municipio y la del Gobierno

Ya con la resaca posfiestas y feriado nos sumergimos en las elecciones de Venezuela y, ahora incluso como Estado, nos metemos para pedir convocatoria a la OEA y tratar de ayudar a ese pueblo en su búsqueda de paz y bienestar de sus ciudadanos. Por su parte, la Asamblea se reúne urgente para alcanzar una resolución contra Maduro. Un alcalde promueve y aplica una ordenanza mediante la cual establece tres días de cárcel si tu vehículo supera los 60 kilómetros por hora.

La velocidad máxima en las calles

Mientras que el pueblo ecuatoriano es testigo de que las calles, viviendas, locales comerciales de repuestos vehiculares, electrodomésticos y alimentación son día a día objeto de robos, secuestros, vacunas, sicariatos y ahora ataques a transportes interprovinciales en las vías. La ciudadanía vive una pesadilla a diario, en este país no se vive, se sobrevive. Llegar a casa es una proeza. Si llamas al ECU911, tu auxilio, si es que llega, sería con un retraso suficiente para que los antisociales hayan huído.

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La falta de cultura y el progreso del Ecuador

La pregunta que nos debemos hacer es por qué en la actualidad no hay actuación del Estado ante tanta muerte, vacunas, secuestros. Vemos propaganda en la que se indica que hemos retomado el control de las cárceles del país. Pero ¿a qué costo?, ¿abandonando el control y seguridad de las calles?

La contienda electoral

Pero, ya fuera de este escenario político y volviendo a nuestra realidad, no hay pronunciamientos institucionales al respecto. La delincuencia invade más y más las ciudades, pero de ello no se dice nada. Claro, le es más fácil al Estado controlar o reprimir al buen ciudadano y no meterse con la delincuencia. Tal vez sea la comodidad de algunas autoridades que despachan entre cuatro paredes y dictan políticas públicas. Luego de ello salen a sus casas en carro, con chofer del Estado y acompañados de escoltas. Mientras, el ciudadano a pie se debate entre la decisión de salir a buscar el pan para su familia o encerrarse a morir de hambre con ella. ¿Hasta cuándo tanta insensibilidad hacia el ciudadano, cuyo único error fue confiar en y votar por estas personas? (O)

Cristhian Castro Velasteguí, abogado, Guayaquil