El coronel Alberto Molina, gobernador del Guayas, ha aludido al artículo en el que mencioné que la base militar estadounidense que operó en Manta desde 1999 hasta el 2009 no significó, como se ha hecho creer, el auge del narcotráfico en Ecuador, sino, al contrario, un aumento de la tasa de criminalidad, que se tripliquen los envíos de las drogas prohibidas y la vulneración de derechos de ecuatorianos por parte de soldados de Estados Unidos, especialmente de pescadores. Nada de ello ha desmentido; solo ha dicho que la base no era base sino un “grupo de avanzada”. Era una base, como las propias autoridades militares estadounidenses la denominaron, al igual que grandes medios de comunicación foráneos y nacionales.

Aclaraciones de la base militar de Manta

En el acuerdo de ambos Gobiernos se permitió la presencia de aviones, naves y personal uniformado de EE. UU. para que realicen actividades contra el tráfico de drogas, entre otras. Al efecto, las tropas extranjeras podían detener personas y usar la fuerza y se les concedieron privilegios e inmunidades que se otorgan a las misiones diplomáticas. ¿No configuran tales elementos una base militar, presentes también en el convenio celebrado entre el Gobierno del expresidente Lasso y el de Biden? Además, como reconoció el excomandante norteamericano del puesto de avanzada, esa base era muy importante para el Plan Colombia, creado por dicho país para acabar con la guerrilla. Inclusive, como reveló el diario Washington Post, el bombardeo ordenado por el expresidente colombiano Uribe al territorio nuestro en Angostura en marzo de 2008 fue hecho con bombas estadounidenses y asesoramiento de la CIA. (O)

Julio César Roca De Castro, abogado y columnista de Diario EL UNIVERSO, Guayaquil