No soy de los que le hago propaganda política a nadie, lo que sí quiero expresar es que en el corazón de la lucha contra la corrupción en Ecuador se alza una figura que ha demostrado ser sinónimo de valentía y compromiso: Diana Salazar. Su nombre resuena como un eco de esperanza en un país que ha sido testigo de innumerables batallas contra la corrupción, que como muchos la hemos llamado es el cáncer del Ecuador.

Salazar vs. Salazar

Salazar, con su firmeza inquebrantable y su capacidad para enfrentar desafíos, ha logrado lo que muchos consideraban imposible, arremeter contra las mafias políticas del país. Su tenacidad no solo ha inspirado confianza en el sistema judicial, sino que también ha encendido una llama de cambio en la sociedad ecuatoriana.

Su trayectoria es un testimonio de su aptitud y habilidad para navegar las turbulentas aguas de la política con una brújula moral que nunca se desvía, apuntando a remover aquello podrido del país. Salazar no es solo una funcionaria pública; es una guardiana de la ética, una líder que no teme alzar la voz ni tomar las riendas cuando se trata de defender la justicia y la transparencia.

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Es hora de ayudar, no de criticar

La lucha de Salazar contra la corrupción no es una mera cruzada personal, es una misión colectiva que ha sabido llevar adelante con una mezcla de inteligencia estratégica y una integridad a prueba de balas. Ella representa la nueva era de líderes que no solo prometen, sino que actúan, que no solo hablan, sino que demuestran con hechos.

En un mundo donde la corrupción a menudo parece invencible, figuras como Diana Salazar son faros de luz que guían hacia un futuro más justo. Su legado no será solo el de las batallas ganadas, sino el de haber sembrado las semillas de un Ecuador más íntegro y honesto.

Acerca de la fiscal general

Por todo esto y más, Diana Salazar merece ser elogiada como una mujer excepcionalmente apta y capaz, cuya firmeza y dedicación han marcado un antes y un después en la historia de Ecuador. Su lucha no es solo por el presente, sino por un mañana en el que la corrupción sea solo un recuerdo lejano de un pasado superado.

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Diana Salazar, la mujer de acero de Ecuador, sigue adelante, y con ella, todo un país que anhela la rectitud y la honradez en cada esquina de su democracia. (O)

Javier de Jesús Barragán, abogado, Guayaquil