La simple revisión de la historia nos revela que las ideologías se han generado en función de las necesidades materiales de un conglomerado y, por lo tanto, no son las mismas ni de similar aplicación, ya que cada grupo social tiene índices diferentes en relación con estas variables.
Los pueblos que acusan un relativo retraso en el proceso evolutivo de la sociedad, lo cual es evidentemente normal si consideramos la diversidad de características y condiciones, se ven abocados a asimilar los aspectos positivos de las ideologías y a desechar la adversidad de las mismas.
No todas las corrientes alienantes son negativas. Hay influencias foráneas que convienen que sean aceptadas, porque ayudan a la consecución del bienestar colectivo. El radicalismo ciego e intolerante siempre dejará pésimos resultados en los declarados procesos de mejoramiento social a través de gobiernos que se han derivado de situaciones coyunturales. Por eso hay socialistas desertores que, obedeciendo a sus anhelos de bienestar y progreso, han terminado viviendo hasta su final en los calificados imperios capitalistas. También están los casos de capitalistas de origen que terminaron proclamando una supuesta igualdad y apuntando a la fracasada idea de la propiedad social sobre los medios de producción que, históricamente, ha sido manejada por las élites de poder gobiernista y no por el pueblo.
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Ecuador ha tenido muchos gobernantes democráticos y dictatoriales, socialmente buenos y malos, pero preponderantemente ha tenido una escasez espantosa de liderazgo, lo cual ha sido orquestado por los que se benefician del agudo y vergonzoso nivel de ignorancia de la población.
Solo Venezuela salva a Venezuela
A pesar de las similitudes de los últimos episodios históricos de Venezuela, Bolivia, Brasil, Chile, Argentina, Paraguay, Perú y Ecuador, que se han visto contaminados por el virus de un socialismo atrofiado que surgió a finales de la década de los años 50 en la isla de Cuba, vale la pena destacar que, después de tolerar años de violación de libertades, marginación y un proceso sostenido de pauperización indolente e inhumana, los pueblos latinoamericanos manifiestan su inconformidad y rebelión contra las injusticias de los tiranos.
La OEA y las Elecciones en Venezuela
Ecuador y los demás países tienen que verse en el espejo de Venezuela y aprender. Nuestra sociedad debe transformarse en medida que se superen los desaciertos que han menoscabado la seguridad de la patria. Nuestros jóvenes deben tener pensamiento crítico que los haga capaces de discernir y escoger en concordancia con las urgencias sociales. Tenemos que estar preparados para las nuevas elecciones si queremos realmente seguridad, productividad, prosperidad y libertad para las futuras generaciones. (O)
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Enrique Vicente Álvarez Jara, licenciado en Ciencias Políticas, Guayaquil
