Se dice que los pueblos tienen el gobierno que se merecen, y es una verdad que aplica a la humanidad entera. Sin embargo, cuando a los errores iniciales del pueblo que eligió a gobernantes sin escrúpulos que para perpetuarse en el poder persiguen con violencia a quienes piensan de manera diferente utilizando instituciones tradicionalmente respetables, como las Fuerzas Armadas, y alteran los resultados con autoridades electorales creadas constitucionalmente para facilitar el logro de sus planes ideológicos, salvan al pueblo venezolano de esta etiqueta, porque no eligió a quien trata de continuar en el poder.

El silencio es cómplice

La transparencia en las elecciones exige la participación de veedores nacionales e internacionales de todas las tendencias políticas para observar la existencia de requisitos mínimos que aseguren el respeto a la voluntad ciudadana en todas sus etapas, y la proclamación de resultados detallados a base de actas debidamente firmadas y validadas que se constituyen en evidencias comprobables. Al no haberse cumplido estas condiciones básicas, los resultados proclamados son inaceptables y hace bien el pueblo venezolano, y gran parte de la comunidad internacional, al exigir la exhibición de las evidencias que respalden los resultados de las elecciones, que no pueden ser negociados como plantean algunos gobiernos sin apego a las normas democráticas. Las usurpaciones del poder alterando la voluntad del pueblo no es negociable. La verdad debe ser demostrada con evidencias y no con la violencia que provocará la emigración de venezolanos que esperan vivir con dignidad en su país.

De las tiranías, ¡líbranos Señor!

Los ecuatorianos que repudiamos lo que está pasando en Venezuela debemos exigir transparencia en todo el proceso electoral y votar con la mayor responsabilidad en las próximas elecciones en nuestro país. No podemos elegir a quienes no creen en la elección democrática. (O)

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Mario Andrade Trujillo, Quito