Paradójicamente, la mayor debilidad que tienen las redes sociales, su credibilidad, podría derivar en su mayor fortaleza económica si funciona el plan de suscripciones que ha empezado a probar Meta –como se llama desde hace ya un rato al conglomerado alrededor de Facebook– en Australia y Nueva Zelanda.
Y digo esto porque el plan enfoca justamente en algo parecido a lo que ya dijo Elon Musk desde antes de comprar Twitter: pagar por obtener una verificación de cuenta que resalte el valor de lo que haces y dices en un mundo digital desbordado de basura, donde se le llama contenido a cualquier movimiento erótico que hagas con el cuerpo, sin un contexto que lo justifique.
Ahora podrá pagar para verificar sus perfiles en Facebook e Instagram, anunció Meta
Este experimental cobro por redes va así: si quieres obtener la marca de verificación de tu identidad en tus cuentas de Facebook (los “viejitos” crédulos) e Instagram (los “jovencitos”), deberás pagarle al señor Zuckerberg 12 dólares por mes, que crecerán a 15 dólares si esa verificación la quieres usar en el celular, que es justamente el uso más masivo que tienen sus redes en países como Ecuador.
¿Qué obtienes a cambio de esa inversión de 144 o más probablemente 180 dólares anuales con Meta? A más de la mencionada verificación de identidad, que atenta contra los troles y sus granjas generadoras de infamias, el usuario recibirá la protección de su perfil ante posibles suplantaciones de identidad, así como un aumento de visibilidad para llegar a mayores audiencias. Simple: quien pague esa suscripción podrá exponer su contenido promocionado en espera de que le lleguen más usuarios que paguen un almuerzo que hasta ahora se vanagloriaba de ser gratis, sin reparar en los costos y talentos invertidos en él.
Suena bien. Suena coherente. Ya lo han aplicado con cierto éxito las plataformas que nos ofrecen series y películas que, en cambio, no se han atrevido aún a dar en firme el paso audaz de buscar también financiamiento con el pago de publicidad, que es como se han venido financiando ya por dos décadas el modelo de Meta y otros como Google, emulando y absorbiendo en importante medida el modelo de negocio de los medios tradicionales, de los que han tomado buena parte de, ese sí, contenido.
Si estas iniciativas buscan visibilizar a todos y pagar los talentos, que se hagan, y todos vivamos mejor.
¿Funcionará? Si nos guiamos por la redes-dependencia que invade al mundo, con la china TikTok a la cabeza, deberíamos creer que los usuarios tomarán de buena forma este experimento de suscripción. Pero el mayor enemigo puede ser nuevamente su principal herramienta: la tecnología, desarrollada a tales niveles que no hay forma eficiente de bloquear un contenido si quien lo quiere ver sabe presionar las teclas adecuadas. Otra paradoja.
Optimista como siempre veo el vaso medio lleno y creo que lo mejor de estas iniciativas digitales es que empieza a ordenarse un mundo que parecía irreversiblemente libre y caótico, que empezó con la muerte de las empresas de correo cuando el romántico papel epistolar fue reemplazado por un frío e-mail que sentíamos gratuito y al que nadie se atrevió a poner las estampillas que financiaban el trabajo del cartero de antaño.
Si estas iniciativas buscan visibilizar a todos y pagar los talentos, que se hagan, y todos vivamos mejor. (O)