En medio de un mundo convulsionado, en el que hay conflictos por todas partes, lo que altera la vida de la gente cuando se requiere paz, bienestar, equidad para lograr el desarrollo de los pueblos. Mientras haya pobreza, miseria e inequidades es muy difícil avanzar, pero hay personajes perversos que contribuyen a la confrontación, el odio, la guerra entre pueblos.
En el caso ecuatoriano, los problemas de la violencia, inseguridad, conflicto armado interno, abusos, atropellos, arbitrariedades e inobservaciones a la Constitución, la ley y en general al ordenamiento jurídico del Estado desde todos los sectores, políticos y oficial, en medio de la campaña electoral. Es lamentable que se atice el fuego y se contribuya para ir a un caos organizado.
Declaraciones que en lugar de contribuir al esclarecimiento de los hechos y a generar confianza y soluciones a los problemas coyunturales confunden y enredan más los problemas, en algunos casos de manera deliberada, cuando la gente no entiende estas discusiones y tiene otras prioridades.
Esto genera mayor zozobra e incertidumbre, que no le hace bien al país ni a los ciudadanos, que viven desencantados de la política y sus dirigentes, peor de los candidatos mediocres, más aún cuando se ha entrado en el baratillo de las ofertas en la campaña electoral.
La militarización para contrarrestar el crimen
Esto refleja los dos países que existen: el real de la crisis, lo que sufren los ciudadanos (inseguridad, extorsiones, falta de empleo pleno, problemas serios en el acceso a los servicios básicos, a los créditos, la salud, la educación pública, entre otros) y el Ecuador de los dirigentes, políticos y candidatos, que viven el mundo de las mentiras y la demagogia y que ofrecen cualquier cosa que no pueden cumplir, sin abordar ni plantear soluciones concretas a los problemas de fondo, estructurales.
Se ha llegado a la audacia de ofrecer que de ganar las elecciones van a concretar la impunidad y sacar de las cárceles a sentenciados por corrupción y delincuencia organizada y traer a prófugos condenados en el debido proceso y con derecho a la defensa, lo que implica tomarse de nuevo la justicia. Eso significa una vez más romper el ordenamiento jurídico y hacer tabla rasa de las leyes.
Cómo se puede pasar por alto que haya sectores políticos en campaña que defienden, admiran y se solidarizan con el peor gobierno que ha tenido Venezuela, que se ha transformado en una dictadura atroz, que burló descaradamente el pronunciamiento del pueblo expresado en las urnas y por sobre ello quiere perpetuar al tirano, que ha cometido crímenes de lesa humanidad, que pisotea los DD. HH., conculca las libertades y que persigue no solo a opositores, sino hasta a niños y adolescentes, a quienes tiene encarcelados.
Hoy en el país se confrontan temas, por importantes que sean, desde todos los sectores en medio de un ambiente político enrarecido e incierto y que no contribuye a la gobernanza del país. ¿Qué es lo que quieren con ello, por acción u omisión, el desbaratamiento del país y el empañamiento del proceso electoral? No se dan cuenta, incluso líderes sensatos, que con sus declaraciones contribuyen a lo que buscan los desestabilizadores, con posiciones puristas y no pragmáticas que eviten el caos organizado. (O)