Pasar revista a nuestro desempeño como administradores, empleados, profesores, padres de familia, hijos, etc., siempre es apropiado y positivo. En el mundo de la administración pública, este cometido es un imperativo jurídico. El seguimiento al cumplimiento de las metas proyectadas es particularmente importante en el ámbito de la administración, tanto privada como pública. El cumplimiento de los objetivos estratégicos de las empresas públicas y privadas debe ser estricto. Para dicho cumplimiento puede ser necesario adaptarse en una alta proporción al contexto nacional y/o internacional, a la tecnología, reformar, simplificar o profundizar la capacitación a los empleados, etc. Empresas exitosas, como Kodak, aparentemente no se adaptaron al vendaval de la modernidad y la tecnología y se quedaron en el camino. Muchas empresas hay que hicieron de la modernidad y la tecnología una oportunidad para superarse y ganar mercado; otras, para consolidarse aún más. Estudié una maestría en Administración de Empresas y uno de los casos exitosos que analizamos fue el de Supermaxi. Me fue especialmente satisfactorio como ecuatoriano conocer su éxito y algunos de sus factores.

La autoevaluación es una necesidad individual e institucional en lo público y en lo privado, particularmente en un mundo donde la planificación ha adquirido un valor extraordinario. Nuestra Constitución dice en el artículo 275 que “el Estado planificará el desarrollo del país para garantizar el ejercicio de los derechos, la consecución de los objetivos del régimen de desarrollo y los principios consagrados en la Constitución...”.

Lo que más trasciende

El ‘mindset’ de Guayaquil

¿Se puede ser eficiente sin autoevaluarse? Tal vez solo transitoriamente. ¿Se puede ser eficaz permanentemente sin autoevaluarse? Muy difícilmente. ¿Se puede mejorar el desempeño de las empresas en el mercado sin autoevaluarse? Sencillamente no. ¿Puede usted ser un mejor hijo, un mejor padre, un mejor hermano sin hacer un análisis de su comportamiento? No. La autoevaluación debe partir de la verdad. Si usted se autoevalúa, no puede hacerlo arrancando del engaño a sí mismo, partiendo de situaciones irreales. Otro aspecto fundamental es decidir el cambio y ejecutarlo una vez que se ha autoevaluado. De no ser así, nada cambiará. Y cuando se autoevalúe hay que hacerlo con humildad y de forma periódica. No hay evaluaciones ni soluciones infinitas.

¿Por qué hay tanto fracaso en empresas públicas?; ¿por qué hay tanta necedad en ciertos ámbitos políticos?; ¿por qué no somos capaces de voltear la página definitivamente para alcanzar el progreso?; ¿por qué no limpiamos el corazón y cambiamos para siempre nuestras vidas?; ¿qué explicación puede haber para que el sujeto del carro blanco golpeara brutalmente a la mujer que lo acompañaba en las cercanías de una gasolinera este fin de semana en Guayaquil? Ninguna. Pero igual, este ciudadano debería autoevaluarse, sin perjuicio de la sanción que merece.

No desperdiciemos el tiempo culpando a otros. Sin perjuicio de las culpas de terceros, debemos autoevaluarnos y cambiar. Siempre hay algo que reformar. ¿No cree usted? (O)