El origen de conceptos como democracia, republicanismo o constitucionalismo tiene mucho que ver con la palabra capricho. Las grandes revoluciones de la historia, aquellas que han consagrado catálogos de derechos y libertades han sido, en el fondo, respuestas contra los caprichos de los más poderosos. Volver a estos conceptos es relevante en el Ecuador de hoy, precisamente a partir del caso de la activista Alondra Santiago, a quien de manera arbitraria le revocaron su visa de amparo. Me resulta tan absurdo tener que recordar en esta columna que los demócratas no debemos nuestra lealtad a personas o grupos, sino a valores, que han sido conquistados con sangre, sudor y lágrimas: estado de derecho, libertad de expresión, división de poderes, etc. Tantos somos los que no coincidimos con los contenidos y las formas de Alondra. Y de todos ellos, unos pocos los demócratas de verdad, que estamos dispuestos a ir hasta las últimas consecuencias por defender sus derechos y libertades. Esa es la diferencia entre la democracia y el capricho.
Vomitan, las autoridades, que existe un informe en el que se esgrime un supuesto riesgo a la seguridad del Estado. Por eso el destierro. Han sido incapaces, sin embargo, de transparentar esa supuesta información. Huele a capricho. En la Edad Media, ese tipo de invenciones justificaban los juicios sumarios de la Inquisición, sin pruebas ni derecho a la defensa. Luego las hogueras. Dicen los rumores que la animadversión se debe a que ella hizo una adaptación de la letra del himno nacional. Si esto es cierto, estamos hablando de personas muy ignorantes, en términos jurídicos e históricos, pues no existe en democracia protección a los símbolos patrios por sobre la libertad de expresión de los seres humanos. Si amaran al Ecuador, amarían su democracia y lucharían para que no sea tan débil.
La madurez, un requisito para liderar
Alondra ha interpuesto una acción de protección y, como en los viejos tiempos del intolerante régimen que ella no recuerda, debe haber un miedo profundo en la jueza que está conociendo ese caso. Se enfrenta, pues, al poder político de un gobierno popular y ¿caprichoso? Además, están las masas que, otra vez presas del populismo, aplauden la vulneración de los derechos constitucionales de una persona, solo porque les cae mal. Y porque el poder les está dando el circo que tanto reclaman. Pero esa jueza debe fallar en derecho y declarar nulo el acto absurdo de la revocatoria de una visa que protege la unión familiar de ecuatorianos con sus seres queridos extranjeros.
En otros tiempos, un autoritarismo persiguió hasta la expulsión a Manuela Picq y a más de un centenar de ciudadanos cubanos que huían del hambre y la represión en su isla. Hoy esas prácticas han vuelto y, como antes, son aplaudidas por una parte de la sociedad que no sabe lo que es la democracia. Por ahí he visto, no sin asco, a supuestos periodistas alentando esta barbarie contra Alondra. Tan pusilánimes como los que hacen dizque reportajes para defender a la Feria del Libro de Quito, luego de haber sido invitados y beneficiarios. Así las cosas con la prensa y con el capricho de los poderosos, de lado y lado. (O)