“Chido” es un término coloquial tan mexicano como los tacos y el tequila. De hecho, comparte con ellos su origen humilde que hoy se ha vuelto transversal y hasta elitista, en los tres casos. Pero ese “chido” que suena inofensivo y hasta tierno, suena también muy repetido ya en canchas, patios y hasta áreas sociales familiares, con una aparente normalidad.

Ha llegado a nuestra cotidianidad de boca en boca, a través de los adolescentes y sus hermanos menores que pasan pegados al YouTube y que consumen así mucho de lo que influencers y youtubers de deportes, modas, lujos y viajes les dan con una aparente autoridad gestual digna de envidia. Y la mayoría de esos personajes que se meten por las rendijas tecnológicas a los dispositivos que tienen a mano los más pequeños son mexicanos y han descartado de plano buscar un lenguaje neutro: ahora esparcen con orgullo y ánimo de siembra su dialecto y su visión de las cosas.

Esto para que no se sorprendan al escuchar “chido” de boca de sus hijos cuando se refieren a algo que está bueno, que les gusta. Su binomio verbal, mexicanísimo también, es “chingón”, que se refiere a lo mejor, lo “más máximo” y también empieza a ser de uso habitual por acá tan lejos. ¿Origen de ambos? Bueno, el primero, dicen la mayoría de los estudiosos, que se deriva del caló, lenguaje de los gitanos que alguna vez deambularon en forma por México; mientras que “chingón” es algo parecido a como sonaba la pronunciación de una importante escupidora de balas que se utilizó en ese país en la guerra civil de inicios del siglo XX y que por su eficiencia pasó a identificar a las cosas como algo “chingón”.

Cancelados

Mindset Effie

Ante la falta de referentes propios causada por la eliminación de la historia local y la cívica de la formación escolar (que ahora se quiere retomar), se pegan fácil esos coloquialismos foráneos y esas aventuras de viajes y de lujos que muestran, en un mar de dudas, aquellos personajes. Así, es cada vez más notorio que se rinde tributo a antihéroes que los jóvenes difícilmente diferencian de los verdaderos héroes.

En nuestra sociedad se han pegado los “corridos”, género musical cuyas versiones, desde hace algunos años, parecen homenajear hazañas al margen de la ley. Sus intérpretes llenan estadios y son aclamados, y asumo entonces que quienes lo hacen saben a qué van. El fenómeno, que parece estar a punto de ganar normalidad, está hasta en los estilos de peinados, pues recuerdo haber visto en una peluquería de la península de Santa Elena que se proponía un corte con la foto de la ficha policial de Pablo Escobar, cuya representación en monigote de cartón, con paquetes que asimilaban droga colgando de los hombros, fue uno de los añoviejos 2023 más vendidos en Guayaquil.

Del Ministerio de Educación ha surgido una alerta reciente diciendo que la mayoría de los niños aspiran a ser como estos personajes que ven por redes sociales y darse la gran vida. Escalofriante consecuencia de haber manipulado la historia y los valores y permitir el desmadre de la seguridad.

Pero bueno, carnales, yo seguiría contándoles un chingo de cosas chingonas, pero más chido es que ustedes hagan su propias reflexiones. (O)