Este año se celebran 60 años de relación bilateral entre Ecuador y Corea. Hablamos de Corea del Sur, la décima potencia económica del mundo; también el país con la mayor conectividad de internet, y originario de marcas como Samsung, Kia, Hyundai, LG, entre otras.

No obstante, no siempre fue así. Al principio de 1960 Corea era uno de los países más pobres del mundo, superado por todos los países latinoamericanos. Y es que la guerra fratricida de Corea (1950-1953), con más de 3 millones de muertes, devastó al país. Para colmo, al dividirse en dos, con un protectorado soviético en el norte y estadounidense en el sur (1945-1948), luego de la rendición de Japón (que había colonizado la península entre 1910 y 1945), el sur fue el menos aventajado: el 85 % de la infraestructura de industria pesada estaba en el norte además de unas pocas minas. El sur no tenía ni infraestructura, ni minas; su economía se fundamentaba en una agricultura precaria. Corea del Sur parecía destinada a un futuro lóbrego.

Su despegue desde la década de 1960 fue tal que desde 1996 forma parte del prestigioso grupo de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Es decir, pasó de ser receptor de cooperación a ser un país cooperante.

Pese a la lejanía geográfica e histórica, al hacer una perspectiva de estos 60 años es imposible no encontrar similitudes de partida. Al empezar su relación oficial (1962), Ecuador y Corea dependían de la agricultura y tenían altos niveles de analfabetismo. Adicionalmente, habían sufrido una guerra que cercenó la mitad de su territorio (Ecuador con Perú) y, en ambos casos, solamente tenían un armisticio; o sea, oficialmente seguían en guerra. Ecuador firmó la paz con Perú en 1998. Empero, Corea sigue en la misma condición.

El Ecuador tuvo, de largo, mayor fortuna en recursos naturales. Desde 1972 explota el oro negro que, se decía, habría de convertirnos en un país rico y moderno. Tal fue el entusiasmo que el primer barril de petróleo desfiló por la capital y el territorio nacional. Hoy, 50 años después, las condiciones de pobreza y exclusión son la tónica de una realidad angustiosa para la mayoría de la población. Mientras tanto Corea, sin tener petróleo, es el quinto refinador y exportador mundial de derivados, incluyendo gasolina de aviones.

Pero la amistad de estos dos países comenzó años antes. En 1950, siendo miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, Ecuador votó por la resolución contra la invasión del sur de Corea por parte de un norte que actuaba apoyado por la URSS. Durante la guerra, el Ecuador envió 500 toneladas de arroz para el sur. No es poco, tomando en cuenta además que, solo dos años antes, había sufrido también un devastador desastre: el terremoto de Ambato.

En este punto, vale la pena reflexionar sobre cómo quisiera verse el Ecuador en 60 años. La relación con Corea ha sido mutuamente beneficiosa y quizá podamos inspirarnos en algo de este país que, para salir de la pobreza, entre otras cosas, se concentró de manera apasionada en la educación. Harta tarea para la academia y la política pública. (O)