Parecería que las decisiones de Pachakutik como movimiento, o en sus representantes individuales, siempre generan una sensación de crisis. En la primera sesión de la nueva Asamblea Nacional, seis de sus nueve asambleístas votaron por Niels Olsen para presidente de la legislatura. Se vuelve a escuchar las palabras “traición”, “división” y “crisis” del movimiento. En días pasados circuló en redes sociales una foto de una parte del bloque de Pachakutik con el ministro de Gobierno, José de la Gasca. Un poco más atrás, después de la fallida alianza con la Revolución Ciudadana y su derrota, con una tímida adherencia de Leonidas Iza, también escuchamos las alertas de división de movimiento y traición de parte de algunos de sus miembros.

Este sentir no es nuevo. El nacimiento de Pachakutik generó sus dudas y sospechas. Algunos señalaron que entrar al juego electoral provocaría división interna, serían proclives a la cooptación y el proyecto político de la Conaie podría distorsionarse.

El nacimiento de Pachakutik no fue posible solo por la fortaleza que había logrado acumular el movimiento indígena. Fue un momento en el que convergieron algunos intereses a su alrededor. De ahí que su primer candidato presidencial fue Freddy Elhers.

Siete años después de su nacimiento vendría una crisis sustantiva en la vida de Pachakutik. Producto de la alianza con Lucio Gutiérrez varias cabezas del movimiento indígena fueron ministros de Estado. Si bien la alianza se rompió a los pocos meses, figuras como la de Antonio Vargas permanecerían al lado de Gutiérrez. En el periodo anterior, durante el periodo de gobierno de Gustavo Noboa Bejarano, quien enfrentó una férrea oposición del movimiento indígena, un miembro de la Conaie ocupó el cargo de ministro de Inclusión Social.

Sin duda el mejor resultado obtenido por Pachakutik fue el bloque de 27 asambleístas, en 2021; sin embargo, aquel periodo legislativo empezó igualmente con dudas y sospechas, pues lograron la presidencia del Legislativo con el apoyo de CREO. De sus 30 años de vida, al menos 22 años han pasado entre acusaciones de traición, cooptación y de ser aliados de la derecha. A nivel local, los casos se multiplican. ¿Por qué ocurre esta sensación de crisis?

En primer lugar, nace de la pretensión de algunos líderes de pensar que la acción política como movimiento político es similar a la del movimiento social y querer atarlo a su agenda política. Son campos distintos y requieren estrategias, en ocasiones contrapuestas. Segundo, de pretender ser el único canal de representación de la población indígena, sin un mínimo de análisis crítico de las transformaciones que han atravesado ni de los deseos y proyectos individuales de sus miembros. Tercero, de la pretensión de algunos líderes de encerrarse en dogmas ideológicos sin posibilidad de actualizarlos, encerrados en una utopía purista, lo que les deja expuestos ante la realpolitik.

Pachakutik siempre ha estado enredado en las “telarañas del poder”. El problema es no lograr separarse de la lógica de la contienda como movimiento social y encontrar su lugar en el sistema político electoral. (O)