La conciencia y la coherencia son conceptos fundamentales en la psicología y la filosofía, y se relacionan estrechamente en el ámbito del pensamiento y del comportamiento humano, es decir, en el ámbito cultural.

La conciencia es un estado mental que implica la capacidad de percibir, comprender y reflexionar sobre las experiencias internas y externas. Implica ser consciente de uno mismo, incluyendo nuestros pensamientos, emociones, hábitos y acciones. Tener conciencia es contar con la capacidad de reflexionar sobre nuestras experiencias internas y externas, así como de evaluar su significado y consecuencias.

Mientras que la coherencia se refiere a la consistencia y la armonía entre las diferentes partes de un sistema o entre diferentes aspectos de una persona, como sus pensamientos, emociones, creencias y acciones. Implica la integridad y la estabilidad en el pensamiento y en el comportamiento.

Ser coherentes es tener consistencia e integridad, donde las acciones y creencias están en concordancia, donde los patrones de pensamiento y comportamiento muestran una estabilidad a lo largo del tiempo y en diferentes situaciones, donde existe una lógica interna y una conexión entre las diferentes partes del sistema o de la persona.

Cuando somos conscientes de nuestras propias experiencias, pensamientos, hábitos y emociones, tenemos una base sólida para actuar de manera coherente con nuestros valores, creencias y metas. Ambos conceptos son fundamentales para el desarrollo personal y la interacción social efectiva.

Es precisamente que las Naciones Unidas declara el 5 de abril como el Día Internacional de la Conciencia con la finalidad de visibilizar la necesidad de crear condiciones de estabilidad, bienestar, relaciones pacíficas y amistosas basadas en el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales para todos sin hacer distinción por motivos de etnia, sexo, idioma o religión.

Es importante recordar que la falta de conciencia puede llevar a una disminución en la empatía y la compasión hacia los demás. Esto puede resultar en una sociedad que carece de solidaridad y apoyo mutuo, lo que podría exacerbar las desigualdades sociales, aumentar la marginalización de ciertos grupos, incrementar el individualismo extremo, facilitar la corrupción y el comportamiento irresponsable. Esto podría erosionar la confianza en las instituciones y socavar la estabilidad y el desarrollo de la sociedad.

Una sociedad sin conciencia podría enfrentar dificultades para avanzar en términos de desarrollo humano y social. La falta de reflexión crítica y conciencia sobre las necesidades y aspiraciones colectivas podría conducir al estancamiento cultural, intelectual y económico.

Por lo tanto, fomentar la conciencia, coherencia y promover una mayor reflexión ética y moral a través de la cultura es fundamental para el bienestar y la prosperidad de cualquier sociedad. Que nuestra sociedad no siga en esta vorágine de decadencia sin conciencia, coherencia y sentido común ya no es solo de falta de principios, valores y fragmentación de vínculos humanos. (O)