En los pocos meses de gobierno de Daniel Noboa hemos podido ver distintas facetas, actitudes y formas de ejercer el poder del presidente. Pragmático se autodefine; sin embargo, ese adjetivo parece que significa mucho más y encierra una filosofía donde el fin justifica los medios. Es necesario estar atento a estas señales maquiavélicas donde lo único importante es conseguir los objetivos sin importar el costo y quien caiga en el camino.

La primera señal fue el desplazamiento de la vicepresidenta, Verónica Abad. Más allá de las posturas y opiniones que se tenga respecto a ella por su extremismo ideológico, el hecho de desterrarla del país para alejarla de la política ecuatoriana generó una alarma respecto al alcance del presidente. Por supuesto, se podrá argumentar que la designación como embajadora de la paz es legal, que constitucionalmente la vicepresidenta solo tiene las atribuciones que le otorgue el presidente, etc. Eso no se cuestiona, pero nos dio para muestra, un botón.

La segunda señal de pragmatismo ha sido el manejo utilitario de la alianza parlamentaria con la RC5 y el PSC. Claro que aquí cada organización política obtuvo lo que quería (presidencias, comisiones, etc.), pero ¿quién ha dictado la agenda legislativa? El presidente Noboa sin duda. Ha logrado aprobar las cinco leyes urgentes que ha querido sin ninguna complicación. Es más, ha obtenido más de lo que ha buscado como, por ejemplo, las contribuciones especiales a la banca. Habiendo logrado todo esto, descarta su alianza y pasa a la siguiente fase de su juego político.

La demanda de México

Mal menor

La consulta popular y referéndum se presenta como una estrategia para matar dos pájaros de un tiro: fortalecer su legitimidad popular (nada mejor que una campaña política para esto) y avanzar en ciertos objetivos de políticas públicas. Como recordarán, las primeras preguntas propuestas para la consulta carecían de relevancia y sentido, por lo cual, pragmáticamente, reculó y permitió que se planteen otras para apaciguar las aguas. Finalmente, quedaron varias preguntas casi innegables, pero con unos caballitos de Troya (las preguntas 3 y 4 del referéndum) que tienen implicaciones más profundas.

Finalmente, como última señal de su pragmatismo político, está la invasión a la embajada mexicana.

Para todos los ojos expertos en derecho internacional es una medida ilegal e injustificable. Sin embargo, en términos reales, es una jugada política que enciende pasiones en la política interna y genera un ambiente en la opinión pública local que polariza las posiciones a favor y en contra de lo que hizo el presidente.

Y esto es muy útil para fortalecer la campaña a favor del sí (como apoyo al presidente) en el próximo proceso electoral.

Estas formas de ejercer el poder son señales maquiavélicas del presidente Noboa que muestran su pragmatismo y utilitarismo político. La política moderna está llena de estos casos; sin embargo, lo que debería preocuparnos, y debemos estar atentos, es que esto no cruce las líneas rojas de la democracia y nos lleve por sendas autoritarias so pretexto de construir un Nuevo Ecuador. (O)