Terminamos el sábado 19 con la duda ¿qué relación tienen déficit y aranceles con el “privilegio exorbitante del dólar”? Y para avanzar solo agreguemos algo: un país con un déficit externo generado principalmente, como ya señalamos, por el exceso de gastos sobre ingresos necesariamente (igual que le sucedería a usted) debe endeudarse (o recibir regalos).

Aranceles: la historia continú

Este “privilegio exorbitante”, calificado así por el ministro (luego presidente) francés Giscard d’Estaing se aplica a cualquier moneda dominante en la historia pasada o futura. Y es muy claro: le otorga a Estados Unidos la posibilidad de entregar al resto del mundo “pedazos” de dinero que en esencia no le cuestan nada, a cambio de bienes y servicios más valiosos. Pero esto no es tan sencillo y lo expresa el dilema de Triffin, aplicable a cualquier moneda central. Para ejercer ese privilegio de emitir la moneda mundial de intercambio, pero sobre todo de ahorro (los bonos del tesoro americano son los instrumentos más seguros y líquidos), EE. UU. ha debido lograr dos cosas: uno, generar confianza en la solidez de su economía (productividad, relativo manejo fiscal) y sus instituciones (libertad de capitales, independencia del Banco Central, liderazgo); y dos, abastecer al mundo con suficiente cantidad de dinero que “aceite” los engranajes internacionales. Problema, para alcanzar el punto dos, EE. UU. debe constantemente generar un déficit externo, la secuencia es simplificando: EE. UU. tiene un déficit externo (ligado al déficit fiscal, los llamados déficits gemelos), pagan ese déficit enviando dólares al exterior, los cuales regresan a EE. UU. como deuda (bonos del tesoro) que financia el déficit fiscal. Obviamente la deuda aumenta y puede llegar un punto en que esto genere desconfianza sobre la solidez de su economía. Ahí está el dilema: hay una contradicción entre la confianza necesaria para ser moneda central y la desconfianza que generan déficit y endeudamiento necesarios para abastecer monetariamente al mundo.

Aranceles vs. libertad y eficiencia

Entonces, ¿el “privilegio” es solo positivo para EE. UU.? No. Por eso el equipo de Donald Trump plantea dudas, con las cuales uno puede discrepar fuertemente, pero no por eso despreciar. De ahí su visión de que el “privilegio exorbitante” no es tan sano, su deseo (no tan claro) de que el dólar se debilite y su política arancelaria (traumática y casi incomprensible). Uno. ¿Qué tal si el sentido correcto no es como hemos señalado “al haber más gastos que ingresos, surgen el déficit y el endeudamiento”, sino lo contrario “como hay apetito mundial por los bonos del tesoro y el dólar es la moneda central, llega deuda y eso conduce a un déficit externo y fiscal que le convierte a EE. UU. en más gastador” (aunque usted sea muy austero, ¿si le ofrecen deuda a 20 años plazos al 3 %, no corre el riesgo de aceptarla y volverse más gastador?) Dos. Si hay un apetito global por el dólar superior a lo que es el déficit “normal” de los Estados Unidos, ¿no lleva eso a un dólar más fuerte lo que afecta a la economía (y a la industrialización), al perder competitividad y “ventajas comparativas” (parte 1) no por factores estructurales, sino por el rol del dólar en el mundo? Tres. ¿Y si nos acercamos al shock de desconfianza?… vale reflexionar y preguntarse: ¿qué hacer? (eso lo veremos en la parte 3) . (O)