No se puede esperar democracia en un país en el cual escasean los demócratas. Tampoco se puede esperar acuerdos nacionales cuando han primado, históricamente, los intereses corporativos, familiares y personales. Peor aún proyección y definiciones de largo aliento si las élites están perturbadas con sus propios demonios.

En este escenario, nos queda la sociedad civil, esa que ha resistido, en volumen e intensidad, golpes de todo tipo y todo el tiempo. Los gobiernos pasan y siempre nos queda la gente común, aquella que se levanta temprano y acuesta muy tarde para ganarse el pan y que es tan generosa, aunque mejor sería definirla como ingenua, porque sigue votando por los mismos y malos de siempre.

Democracia sin República

En medio del fuego cruzado entre todos, la sociedad es la tercera vía, pues sabe sobradamente de compromiso, trabajo y, además, renueva el pacto social todos los días. Para muestra un botón, los políticos pueden dejar de trabajar, pero la población nunca para. Al otro lado, sin embargo, el tiroteo se produce entre todas las funciones del Estado, pero nadie sabe de dónde sacan fuerzas las instituciones para generar conflictos, si sus niveles de aprobación están por los suelos y el rechazo crece. En ese tono, ¿cómo se puede exigir democracia si el rector de los resultados de las elecciones atraviesa su peor desprestigio, la Asamblea le gana en hartazgo, la justicia reprueba y el Ejecutivo camina por la cuerda floja por diversas razones, internas y externas? Bloqueo más inacción.

Dictaduras a la carta

Hay que activar una tregua para recomponer el tejido social y poder sentir nuevamente el país como nuestro.

Si hubiese un mínimo de responsabilidad en toda la clase política se bajarían las armas, el tono de los insultos y el parlante tan dañino de las redes sociales para temas tan complejos. La gente clama por seguridad, convivencia pacífica, empleo, salud, educación y acceso de calidad a servicios. Parecería que advenedizos y experimentados en las diferentes funciones del Estado no dimensionan el peligro de pinchar más las cosas, pues el único ganador del caos y la desgracia es el crimen organizado con todas sus ramificaciones. Mientras los políticos sigan en el show, en las calles circulan toneladas de droga y se buscan miles de formas para exportarlas, sin perder de vista el reclutamiento de niños y jóvenes para integrar las bandas que nos tienen atemorizados.

¿Qué opina de las advertencias al Gobierno de la posible realización de nuevos paros? (O)

No esperemos a ser demócratas por la fuerza y el dolor de las circunstancias. El miedo a la inseguridad nos puede paralizar y ese es el objetivo que persiguen los reyes de la ilegalidad.

La única salida racional y de alta sensibilidad es la sociedad con el liderazgo de los sectores que no están contaminados y que han sostenido este país desde lo local. Todas las evidencias apuntan a que vamos a aprender de democracia a un alto costo y con heridas que el tiempo no logrará cicatrizar en buen tiempo. Es ahora o más adelante, el espejo de Colombia y México está a la vuelta de la esquina y de manera acelerada. Hay que activar una tregua para recomponer el tejido social y poder sentir nuevamente el país como nuestro. (O)