En el 2023, la incertidumbre y el hartazgo nos sobrepasaron. El año se va agónico, sin embargo, debemos salir del estado al cual hemos llegado.

La hipótesis del narcoestado se convalida, lamentablemente, con las indagaciones dentro del caso Metástasis que, como bien lo dice su palabra, es la condición terminal de un enfermo de cáncer y que para este caso, los síntomas fueron configurando una atmósfera de secreto a voces en los círculos de poder político y económico, en los espacios de análisis, en las investigaciones de los medios y, arrasadoramente, en las redes sociales, si no cómo se explica la circulación de tanto auto de lujo, la construcción y venta de edificios y cientos de negocios que no venden nada, pero que se mantienen abiertos y son parte de cadenas más grandes. En términos más sencillos, lavanderías por doquier.

A transparentar todo

El entramado del caso Metástasis demuestra que una red de estas características no se puede crear de un día para otro, requiere de aliados de alto nivel para esconder evidencias e invisibilizar sospechas, necesita de operadores de todo tipo y en todos los lugares, además de un plan de negocios, si así se le puede llamar, con la salvedad de que este plan usa la violencia, la inseguridad y los delitos conexos para funcionar.

Nos tomará mucho tiempo para combatir exitosamente el crimen organizado y recomponer el tejido social, pues el narcoestado toca las fibras más sensibles. Si ayer nos confinamos por la pandemia, ahora lo hacemos por el miedo a ser agredidos, robados, secuestrados, violentados. La lucha contra el crimen organizado implica un acuerdo nacional inteligente, sin camiseta política, con recursos y personal ético y eficiente. No obstante, si no cambia la justicia, nada cambiará.

Metástasis de impunidad

Ayer nos decía el expresidente Lenín Moreno que no había mesa servida y ahora ni siquiera hay mesa. La situación económica es demasiado compleja y requiere de muchos factores para reflotar.

No solo es un tema de cifras macro, sino y sobre todo de generar confianza dentro y fuera del país con un Estado de derecho fuerte, dar muestras de que estamos recuperando la paz y saliendo de la violencia, cambiar el comportamiento político canibalesco y también pintoresco, es decir, las tareas son de mediano y largo plazos y no son exclusivas de la clase política y el poder económico, también involucran a la ciudadanía en su rol de veeduría activa y exigente con sus mandatarios.

Se viene un año de campaña electoral y en estos pocos meses de gobierno que quedan la expectativa de la población se concentra en la gestión del presidente y los resultados que pudiera obtener. No recibió un país fácil ni en bonanza, pero sí cuenta con una mayoría que fue clara en las urnas: no quiere el pasado y se llena de expectativas por algo nuevo que pudiese nacer. El mensaje fue salir de la polarización en todas sus esferas y encontrar aspectos mínimos y comunes desde los cuales se proyecte el Ecuador: cero niños con desnutrición, bajar el número de muertes violentas, mejorar el acceso a la educación, tener un giro ético en la política, vivir con dignidad. (O)