Se han publicado críticas a la derivación de pacientes de unidades médicas del Ministerio de Salud y del IESS a profesionales y establecimientos privados, provocando la percepción de que en el sector privado se multiplican los traficantes de la salud. Más de $ 8 mil millones por pagos del IESS, se menciona.
El otro extremo, la valoración negativa de miles de pacientes y familiares porque en las unidades del sector público falta de casi todo, no hay insumos para que funcionen los equipos, no hay alimentación para pacientes, los turnos se cambian para semanas o meses después, piden que los familiares lleven insumos y medicamentos con nombres anotados en papel. Quienes han administrado esas unidades señalan que todo se debe a que no se les da disponibilidad presupuestaria. Por lo que han sufrido los pacientes y sus familiares piden y prefieren la derivación a establecimientos privados. Los hechos y las valoraciones no se limitan al gobierno de Noboa, se arrastran desde el correato.
No conozco costos y condiciones de la derivación a empresas de diálisis –tratamiento que depura la sangre cuando están afectados los riñones–, pero sé que son miles de personas que sin diálisis se morirían en días. Tampoco tengo información sobre servicios odontológicos.
Sobre establecimientos hospitalarios, debo citar que los pacientes pueden ingresar por emergencias, lo que se reporta al Ministerio de Salud y al IESS –que pueden ordenar el traslado a sus unidades hospitalarias–; o ingresar por derivación explícita del establecimiento que hace la derivación y la conformidad del establecimiento que recibe al paciente.
La cifra de la facturación de las derivaciones se lee impactante: más de $8 mil millones facturados al IESS, desde el año 2013.
Suponer que eso se llevaron como lucro los establecimientos privados es un grave error, por la desinformación. Además de la Junta de Beneficencia de Guayaquil y Solca, importantes receptores de derivaciones, están los hospitales privados de décadas de existencia. La facturación total que se registra, incluye los precios de medicamentos, de los exámenes de laboratorio y de imágenes, los honorarios de médicos y otros ítems, que la unidad hospitalaria incluye en su factura, para trasladar los pagos a quienes fueron sus proveedores y prestadores de servicios, paciente por paciente, contra sus facturas. Con lo que queda para la unidad médica, se cubre residencias, internados y enfermería 24 horas, cuarto con todos sus servicios y alimentación programada para pacientes, con auxilio de dietista.
Dependiendo del motivo de la hospitalización y las complicaciones que aparezcan, a terceros contra sus facturas va del 80 % al 90 %, por lo tanto, le quedaría al hospital solo entre el 10 % y el 20 % de la factura presentada al IESS. La información exacta debería darla el IESS, porque la recibe.
Eliminar la derivación causaría agravamiento de patologías y lesiones y multiplicación de muertes, salvo que de la noche a la mañana se multipliquen soluciones –que tendrán costo– dentro del IESS, con presupuesto para la debida operación. Lo esencial será cero corrupción, auditoría oportuna y pago a prestadores. (O)