En definitiva, estas historias están interconectadas: el 25 de marzo pasado, en la base aérea de Latacunga, Daniel Noboa, presidente latinoamericano aborrecido actualmente por la comunidad internacional y sus instituciones de derechos humanos, recibió de manos de los EE. UU. la donación de un avión –diseñado y producido para operaciones militares en 1956–, el Lockheed C130 Hércules. (Como cuando tu abuelo te regala su vieja motochatarra para la que la exhibas en ferias a cambio de lealtad familiar).

“Los Estados Unidos y el Ecuador comparten metas prioritarias y reconocen la urgencia de asegurar la estabilidad regional y la protección de valores democráticos en el hemisferio”, dijo el embajador de EE. UU., Michael Fitzpatrick, en el acto de entrega. (Seguro no se referían a la inviolabilidad de las embajadas de países hermanos).

Esta entrega tuvo pasos previos: el expresidente y banquero Guillermo Lasso firmó el 19 de julio del 2023 un “memorando de entendimiento para robustecer la capacidad militar de las Fuerzas Armadas ecuatorianas”. Acuerdo precedido por la Ley de Asociación y proseguido por la Ley de Innovación y Desarrollo en Ecuador (IDEA), ambos con los EE. UU.

En el panorama latinoamericano hay una segunda historia de aviones y democracia. Coincidencialmente, unas horas antes de que Noboa ordenara la incursión con policías armados a la embajada mexicana para detener al asilado político Jorge Glas, una entrega similar ocurrió en el aeroparque de Argentina: el “libertario” Javier Milei recibía un regalo de manos de la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, general Laura Richardson: un C 130 Hércules, matrícula TC60. Solo que esa donación tuvo un detalle disonante: el mismo avión Hércules matrícula TC60 había sido entregado el 6 de junio de 2023 al expresidente Alberto Fernández, y operaba con la modalidad de leasing. Las administraciones de Fernández y Milei promocionaron el acto con fotos en redes.

Es decir, EE. UU. está detrás de estos movimientos enfocados en “mantener, asegurar la estabilidad regional y la protección de valores democráticos en el hemisferio”, con aproximaciones con Gobiernos de derecha y confrontaciones con los de izquierda; y por ello es importante “aterrizar” en el siguiente nivel.

Armado, equipado y descuidado, Ecuador acaba de involucrarse en un escándalo que no tiene parangón en la historia de la diplomacia ecuatoriana: la invasión a la embajada de México por parte de grupos de la Policía Nacional; imágenes vergonzosas que obligaron al propio donante de aviones a plantear un diplomático llamado de atención. Hecho ampliamente difundido y comentado por la honestidad intelectual de medios y redes del exterior –medios y redes del “interior” lo redujeron a “la culpa es del correísmo”–.

Deberían, los EE. UU. y sus aliados regionales, cuidar las formas y los compromisos. Cuidarse entre sí para cumplir su misión, no vayamos a perder esas “generosas intervenciones” en la búsqueda por mantener y proteger “los valores democráticos en el hemisferio”. (O)