Escila se ubica en el mar, cerca de una orilla. Es un monstruo de doce patas y seis cuellos que devora todo lo que pasa por allí. Caribdis se encuentra en la orilla de en frente. Traga grandes cantidades de agua y luego las devuelve, formando un remolino que absorbe todo lo que navega cerca suyo.

Guillermo Lasso ha tomado duras decisiones que tienen un costo, pero cuya alternativa es incluso más costosa.

Para regresar a su casa en Ítaca, Odiseo no tiene otra alternativa que pasar entre Escila y Caribdis, pero puede escoger si navega más cerca de la una o de la otra. Y ante el brutal dilema, él, que es el más astuto de entre los mortales, escoge pasar cerca de Escila. El monstruo devora a seis de sus compañeros; pero, por lo menos, el resto de los tripulantes sobrevive y la nave puede continuar su viaje. Si hubiera pasado cerca de Caribdis, el remolino se hubiese tragado a la embarcación con todos sus tripulantes incluidos.

El Ecuador de nuestros tiempos navega entre Escila y Caribdis. En una orilla está la Escila de una reforma tributaria para aumentar impuestos y castigar a la clase media y al sector formal de la economía; y, del otro lado, está la Caribdis de una crisis fiscal por un Estado sin recursos para afrontar el pago de los servicios más básicos. En una orilla está la Escila de la ingobernabilidad y el bloqueo a las reformas legislativas en materia de inversiones y flexibilidad laboral; y, del otro lado, está la Caribdis del reparto de las instituciones de control y de las comisiones de la verdad para conseguir la impunidad de los criminales que se rifaron el país en gobiernos pasados. En una orilla está la Escila de la violencia que origina una lucha frontal contra el narcoterrorismo, cuyo poder ha permeado todas las esferas del Gobierno y de la sociedad; y, del otro lado, está la Caribdis de entregar el país a la delincuencia organizada y permitir que adquiera más poder del que ya adquirió durante los largos años de otro gobierno.

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El paso por Escila y Caribdis es inevitable. No hay de otra. Odiseo no tiene otra vía para regresar a Ítaca, y nosotros tenemos que lidiar con los gravísimos problemas que se originaron por la irresponsabilidad de gobiernos pasados. Odiseo pone los ojos en Ítaca y toma decisiones difíciles para hacer que su nave llegue sana y salva algún día. Y el presidente Guillermo Lasso ha hecho eso. Ha tomado duras decisiones que tienen un costo, pero cuya alternativa es incluso más costosa.

Los ecuatorianos no debemos olvidar que la nave de Odiseo no naufragó entre Escila y Caribdis, sino que pudo atravesar los monstruos y continuar con su recorrido sin ser absorbida por el remolino de Caribdis. Más todavía, los ecuatorianos tenemos que recordar que los compañeros de Odiseo murieron porque, llegando luego a la isla de Trinacaria, decidieron desobedecer las leyes y rebelarse cediendo a la desesperación de una solución inmediata en vez de esperar con prudencia el cumplimiento de un plan de largo plazo.

Nosotros no podemos esperar que en un día se solucionen problemas cuya gravedad se generó por décadas. Nosotros solo podemos aspirar a que nuestros gobernantes pongan los ojos en Ítaca y tengan la valentía de decidir pasar cerca de Escila. (O)