Más de un millar de acreditados científicos del mundo suscribieron un documento denominado Declaración de Dublín, que recoge opiniones de expertos vinculados con las disciplinas veterinarias, evidenciando los beneficios de la crianza ganadera, resaltando el papel fundamental que cumple en el abasto de alimentos proteínicos, en especial carne y lácteos, a todos los segmentos poblacionales, demostrando su importancia en la mitigación del hambre y la desnutrición. Es una reacción de la ciencia para desmentir perjuicios atribuibles a la ganadería, cuando es posible ejercerla en condiciones óptimas de salubridad e higiene sin afectar el entorno, contradiciendo los argumentos de extremistas ecológicos que impulsan el cierre de haciendas europeas, aunque se indemnice a ganaderos perjudicados, olvidando a la población que subsiste directamente de esas tareas e indirectamente a los elementos que integran los eslabones de la cadena posproductiva generadoras de empleo.
El gratuito acoso a esta noble dedicación agraria es auspiciado e impulsado desde el Estado representado por los órganos administrativos de la Unión Europea sin escatimar ingentes recursos para subsidiar a asustados emprendedores incitándolos a vender sus hatos que antes fomentaban con elevadas ayudas, desviando peligrosamente la mirada a la desocupación que esas irracionales acciones provocarían, secundados por movimientos políticos extremistas que los auspician.
En el medio americano se ha practicado con éxito una ganadería extensiva a la que pueden incorporarse modelos de correcto aprovechamiento de pastizales plantados, mejorando el pastoreo, identificando áreas no aptas para usos agrícolas, ejecutando variados tipos de rotación y movilidad, aprovechando sin dañar los recursos naturales, practicado desde antaño por prósperos ganaderos. Los datos de un recién publicado estudio argentino concluyen que la ganadería pastoril es una herramienta valiosa para capturar carbono del suelo”, llegando a determinar que si un productor excluyera el ganado, “se reduciría la cantidad de raíces en el suelo”, grave en un plan de mitigación del cambio climático.
El IICA, en la voz de su director general, se adhirió a la declaración pública resaltando que la ganadería de las Américas representa “la mitad del PIB agrícola en América Latina y el Caribe, generando divisas por más de $ 23 mil millones con la carne bovina y cerca de $ 3 mil millones con productos lácteos. Debemos visibilizar estos aspectos ante los diferentes foros internacionales y esta declaración es un gran aporte para eso”. Las cámaras de agricultura, colegios de agrónomos y veterinarios deben adoptar el predicho documento.
Esta práctica zootecnista, acogiendo el ritmo de desarrollo de los animales, sus procesos digestivos, los comportamientos propios de cada raza conducen a una ganadería bien gestionada adaptada a la idiosincrasia de la población rural, contribuyendo a valorizar las tierras con la incorporación de materia orgánica a los suelos, facilitando la conservación y uso eficiente del agua. Así se ayudará a neutralizar las emisiones hasta alcanzar la meta de carbono neutro. (O)