Dos encuestas nacionales con datos coincidentes plantean un escenario que, de persistir, anunciarían una segunda vuelta entre Daniel Noboa y Luisa González. Ambas candidaturas están muy distanciadas de su inmediato perseguidor. La posibilidad de una remontada siempre existe, pero los datos de indecisión, nulos y blancos, donde se puede cosechar simpatías, a diferencia de la última contienda electoral, son bajos. Solo un escenario catastrófico o una revelación extraordinaria podrían alterar la tendencia. De hecho, apostar al tremendismo, la exageración, y eventualmente la mentira, probablemente será la opción de algunas campañas ante un electorado empalagado de drama.

Si estuviésemos tan temprano en una segunda vuelta, ante la realidad de polarización que no se ha desvanecido, cualquiera de los finalistas puede ganar y algunas variables van a ser definitivas. Las encuestas plantean que las expectativas económicas, agregadas, son más importantes aún que los temas de seguridad, que son muy intensos en la percepción de los votantes. La capacidad de las candidaturas de producir rutas creíbles para mitigar la pobreza y el estancamiento, y no solo retórica fantasiosa dirigida a votantes escépticos, podría definir las preferencias.

En términos regionales Noboa aparece fuerte en provincias periféricas de la Sierra y de la Costa al igual que en Pichincha y la Amazonía, mientras que Luisa González tiene un respaldo significativo en Guayas y, sobre todo, en Manabí.

La imagen electoral de Noboa se mantiene estable. Ha sobrevivido la subida del IVA, los apagones y sobre todo la eliminación parcial del subsidio a la gasolina, lo cual sorprende; mientras que la de González es contingente a la identificación con el correísmo, que también es estable y a pesar del tiempo se mantiene sólidamente en el 28 %.

Ambas candidaturas, de llegar al balotaje, requerirán apoyos externos. Sería ingenuo pensar que, con sus propias fuerzas, sin producir una imagen de consenso y acercamiento, puedan ganar las elecciones, aun si los eventuales socios son irrelevantes en el número de votos. Pero ambos candidatos adolecen del mismo problema. Los personajes políticos que encarnan los proyectos han cruzado constantemente espadas con los políticos que podrían serles afines.

Noboa se ha distanciado de los socialcristianos, ha peleado mucho con fuerzas anticorreístas, como Construye por ejemplo, y prácticamente ha roto con casi todas las formaciones que van del centro a la derecha. La Revolución Ciudadana, que intentó hace dos años posicionar un mensaje de unidad, no pudo controlar la vocación de su caudillo por la confrontación personal o ideológica, aunque ahora hace prudentemente intentos por acercarse a otras organizaciones y a sectores económicos empresariales. Estas circunstancias añaden incertidumbres al proceso político de la campaña.

Es extraordinariamente difícil especular sobre el futuro político en el Ecuador porque todas las semanas se producen eventos sorpresivos e importantes, pero si estuviésemos en una larga segunda vuelta entre Noboa y González el resultado final es muy incierto. (O)