Pancho, un amigo abogado que está involucrado en emprendimientos digitales, me planteaba la siguiente reflexión: cuando las personas quieren demostrar cierto estatus o alardear del éxito logrado, lo hacen a través de elementos simbólicos como un reloj exclusivo, un auto caro o accesorios que puedan mostrar en encuentros sociales. Es su manera de ser vistos y reconocidos.

Pero ¿qué pasa cuando el espacio de relaciones pasa a ser virtual y no físico? Es decir, cuando no nos vemos, sino que somos entes que interactuamos a través de redes sociales o espacios digitales? ¿Qué te distingue del resto? En últimas instancias, tu identidad visual es tu foto de perfil, ¿y si pudieras exhibir algo de valor como perfil?, ¿y si tu perfil, en lugar de ser tu foto, fuera una pieza de arte digital única, reconocida, de gran valor y de tu propiedad?

Este es un ejemplo básico, pero hace referencia a un cambio de paradigma que se está generando a partir del habitar en espacios virtuales.

Hay nuevos escenarios, como los metaversos, nuevas monedas, un nuevo “notario”, el blockchain y nuevas unidades de valor, los tokens.

Ahí aparecen los NFT (Non Fungible Token, en inglés) o tokens no fungibles, que permiten a las personas comprar y apropiarse de activos digitales, como obras de arte, terrenos en el metaverso e incluso convertirse en dueños de memes.

Los NFT surgieron hace unos años en Ethereum, una plataforma digital, y sus primeros coleccionables fueron los CryptoPunks, lanzados en 2017. Actualmente este tipo de creaciones digitales ya están siendo consideradas auténticas obras de arte que se venden en casas de subastas, “Todos los días. Los primeros 500 días”, un NFT del autor @Beeple, fue subastada recientemente en Christie’s por el equivalente en crypto asset de 69 millones de dólares.

Los NFT no solo son colecciones o diseños digitales que suben y bajan de precio de acuerdo con la demanda, sino que también se han asociado a otras propuestas de valor, un ejemplo destacable, vinculado a una causa social, lo encontramos en Guayaquil, donde un grupo de jóvenes emprendedores ecuatorianos desarrolló el proyecto Enchanted Creatures Club (https://www.ecclub.io). A partir de un interesante trabajo de diseño, crearon una colección de 10.000 NFT inspirados en los animales endémicos de las islas Galápagos, que serán puestos a la venta próximamente.

Los fondos recaudados por su venta serán donados en su mayoría a la reactivación del turismo y a financiar iniciativas ambientales en las islas, pero además, a través de una alianza con el sector turístico, los compradores obtendrán descuentos en hoteles, cruceros, restaurantes y agencias de Galápagos para ayudar a reactivar su economía.

Este caso nos ubicará en el mapa mundial de los NFT, pero viendo más allá, y volviendo a la reflexión de Pancho, hay que poner atención en la transformación cultural que trae el paradigma digital, las nuevas generaciones buscan experiencias más inmersivas en internet, y eso se va a empezar a reflejar en todo lo que

hacen. (O)