La guerra entre Israel y los grupos palestinos, considerados terroristas, de Hamás y Hezbolá está expandiéndose en el Oriente Medio. Alcanzó territorios de Israel y del eje compuesto por Palestina, integrada por la Franja de Gaza y Cisjordania, reconocida por algunos países de la ONU, donde opera Hamás; Líbano, donde maniobra Hezbolá; Yemen, desde donde atacan los hutíes; Siria e Irán. Además, está polarizando la ayuda de grandes potencias, como EE. UU. a Israel, e intensificando las acciones por lograr la hegemonía geopolítica y geoestratégica de un nuevo orden mundial.
¿Por qué guerrear? Según Carl von Clausewitz (1780-1831), militar prusiano, la guerra “es la continuación de la política por otros medios”. La política es establecida por el interés de lograr territorio, hegemonía política, económica, religiosa o cultural.
Cabe resaltar que la religión tiene un gran impacto en la formación de las civilizaciones y conflictos. Oriente Medio ha sido y es un milenario campo de batalla; allí a las tierras del Canaán llegó Abraham desde la Mesopotamia y estableció el monoteísmo, del cual se desprenden el judaísmo, cristianismo e islamismo, en diferentes tiempos; también, transitaron múltiples conquistadores.
El politólogo estadounidense Samuel Huntington (1927-2008), en su libro El choque de civilizaciones (1996), manifestó que después de la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS, las guerras por ideología habían fenecido y que las siguientes serían por choques entre civilizaciones y estableció nueve: occidental, islámica, ortodoxa, sínica, hindú, nipona, budista, latinoamericana y subsahariana. A la israelí la consideró una civilización próxima a la occidental.
Israel nació como Estado en mayo de 1948, en cumplimiento de la resolución 181 (nov. de 1947) de la ONU, que determinó el fin del mandato británico y la creación de los Estados de Israel y Palestina. Los israelíes se empoderaron de la resolución, ocuparon el territorio e instauraron un potente Gobierno; los palestinos no aceptaron y junto con los islámicos vecinos iniciaron una campaña para “botar al mar a Israel”, aduciendo que la resolución de la ONU no es vinculante; sin embargo, hoy luchan por ser un Estado permanente de la ONU.
El Estado de Israel tiene una población de 9,8 millones, un territorio de 22.145 km, una democracia parlamentaria formada por los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, leyes e instituciones que le permiten desarrollar tecnología en múltiples sectores. La tecnología usada por las fuerzas de defensa de Israel ha sorprendido en este momento, ya que domina el aire con su fuerza aérea y el “domo de hierro” antimisiles, su marina de guerra domina el mar Mediterráneo adyacente a sus costas y su fuerza de tierra está validando la ocupación terrestre y consolidando objetivos sobre el territorio adversario.
En resumen, la política de Israel es “no dejarse botar al mar” y la política de Palestina es “botar al mar a Israel”, generando un choque entre las civilizaciones occidental-israelí e islámica en Oriente Medio. Los hombres, las religiones y la ONU desean la paz; no obstante, la naturaleza humana es la guerra. (O)