Hace unas semanas se anunció a los nominados a los premios Grammy. Por primera vez una agrupación kichwa se encuentra en el listado para ser considerado como nominado en la categoría mejor álbum global del año, por su reciente trabajo Saramama. Si quedan en la lista definitiva lo sabremos el 10 de noviembre. Sin embargo, su consideración es una muestra del avance musical, no solo técnico, sino a nivel de marketing, de su movimiento y lugar que ha ganado en la industria y sus consumidores.

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Este grupo se llama Humazapas, aunque según Citlalli Andrango (productora y bailarina), más que un grupo es un colectivo interdisciplinario, parte de un movimiento artístico de jóvenes de las comunidades indígenas de Cotacachi, que integra música, danza, producción audiovisual, tejido, y bordado. Humazapas es una palabra kichwa que puede traducirse a “despeinados”. Citlalli recuerda que el nombre de la agrupación nació hace más de 10 años cuando algunos de sus integrantes a propósito de los festejos por fin de año de la comunidad de Turucu tocaban rock, y lo hacían con su cabellera larga suelta, ante lo cual los espectadores los nombraron Humazapas. También hace alusión a un personaje que forma parte de una antigua danza llamada “los Abagos”, sobre la cual sus integrantes realizaron un proceso de investigación sobre su vestimenta, movimientos y música para presentarla en diversos escenarios. “-Zapa” en kichwa funciona como un sufijo que exagera a determinado atributo. En este caso Humazapa también sería alguien con mucho entendimiento/conocimiento.

Fotos cortesía del grupo Humazapas.

La agrupación esta conformada por 12 jóvenes kichwas de Turucu, una comunidad a pocos minutos del centro de Cotacachi. Nace hace más de 10 años, pero Citlalli afirma que la chispa que inició todo es un proceso más largo. Buena parte de este tiempo la dedicaron a la investigación. Debían conocer las diferentes melodías que acompañan la cotidianeidad comunitaria, aprender a interpretarlas, y dominar los diferentes instrumentos como el arpa, las pallas y flautas, el pinkullo. El siguiente paso fue la reinterpretación. Evitan etiquetar a su obra como “tradicional”. Su propuesta se basa en conocer las notas y estructura de las melodías creadas en las comunidades. No se trata de interpretar la música del pasado, es crear a partir de la raíz en el presente. Ha sido un proceso largo, señala Citlalli, de ahí que su primer disco haya demorado 10 años en nacer. Resalta que el ser considerado a una nominación al Grammy, en el mundo actual, es algo que valoran, pues se enfrentan a una industria marcada por la rapidez de las redes sociales, los sonidos urbanos y el trending de moda. Incluso ha habido un proceso de educación a su público, que ha pasado de ser uno adulto-mayor a ganar, poco a poco, la atención de los jóvenes.

La obra de Humazapas es una muestra del recorrido por el autoconocimiento individual y colectivo de jóvenes kichwas que han logrado conectar a la comunidad con el mundo global a través de una industria tan complicada como la musical, apropiándose del pasado para crear contemporaneidad. Esperamos que su obra sea motivo para “la fiesta kichwa” y su admiración estética. (O)