La felicidad es un ingrediente fundamental de nuestras vidas. Siempre la buscamos, aunque solemos no reconocer que lo hacemos. La lucha que todos cumplimos a lo largo de nuestras vidas procura alcanzarla. Estudiamos una carrera para realizarnos, para estar y vivir contentos con nosotros mismos, buscamos una pareja para ser felices, tenemos hijos para extender nuestras vidas a través de ellos y hacerlos felices, y serlo nosotros mismos. Nos da felicidad comprarnos un carro, adquirir una casa, comernos un chocolate, etc. Proyectamos nuestra felicidad a futuro, y por proyectarla demasiado podemos hacer muy duro y complejo su camino. Algunos psicólogos dicen que la alegría, como sinónimo de felicidad, es una emoción básica. A veces buscamos la felicidad enfocándonos demasiado en lo material y descuidando lo espiritual; otras veces descuidamos lo objetivo por filosofar demasiado. Las redes sociales y el internet juegan un papel muy importante en la felicidad y en la desgracia del mundo. Pueden canalizar grandes daños y grandes beneficios, depende del propósito, de la temeridad, de la nobleza de quienes los utilizan.

Sentencias a domicilio

Lucha contra la impunidad

En cualquier caso, las dificultades extremas que vivimos en el Ecuador, la incertidumbre que generan muchos contextos, la violencia que nos inunda, la delincuencia extrema y el riesgo de muerte en que ahora vivimos de manera permanente nos debe llevar a confirmar o a redefinir muy bien nuestro camino trazado en la vida.

Todo este panorama nos lleva a plantear que las luchas que nos hacen felices debemos adelantarlas con urgencia.

Está sucediendo lo que antes solo veíamos en las películas de violencia: muertes en las calles, balas perdidas que matan y hieren a toda hora, secuestros, niños delinquiendo, etc. Nos toca adelantar nuestros proyectos, disfrutar al máximo con responsabilidad mientras podamos hacerlo, abrazar a nuestros seres queridos, ayudar al prójimo de corazón, amar a nuestros pequeños, luchar por la justicia como destino de realización individual y social, no posponer la cura de nuestras enfermedades. La pasividad, la falta de reacción y de solidaridad ante situaciones injustas y atropelladoras nos está terminando de enterrar. Se nos está haciendo rutina ver persecuciones judiciales por razones políticas y guardamos silencio. La solidaridad en lugar de ser una virtud visible se está convirtiendo en la gran ausente de la sociedad. El pueblo tendrá que pagar dinero por las condenas judiciales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ante los abusos que se siguen cometiendo por persecuciones judiciales.

Si hay algo que debe convocarnos a todos es la lucha por la justicia. En cualquier momento podemos pasar de lectores de tragedias a protagonistas. Todo este panorama nos lleva a plantear que las luchas que nos hacen felices debemos adelantarlas con urgencia. El amor en sus más variadas manifestaciones se impone. Hay que disfrutarlo y expresarlo. Es el camino y el destino más dulce, impactante y conmovedor que puede existir en la vida. No más a la frialdad del alma. Defendamos al amor y sus grandezas. Seguro nos recompensará. (O)