Está por terminar en forma anticipada el gobierno del presidente Guillermo Lasso como consecuencia de su decisión de disolver la Asamblea Nacional tras haber fracasado en su estrategia de “encuentro” con las otras funciones del Estado. Se iniciará entonces un periodo de transición democrática particularmente importante.

Pocos son los recuerdos que tenemos de transiciones ordenadas como la democracia de alto nivel requiere. La transición es todo intervalo temporal que se extiende entre un régimen y otro con diversas fases, como la preparación, instauración e inicios de la consolidación del proceso.

La preparación de la transición debe darse con el nombramiento de comisiones multitemáticas por parte del gobierno entrante y saliente con el fin de que puedan organizar la entrega de la información. Esas comisiones deben tener responsables técnicos directamente nombrados por los presidentes.

La instauración de la transición corresponde al inicio de la entrega de información entre las comisiones designadas partiendo por el informe del Frente Económico que le permita conocer a quien ingresa la realidad exacta económica, los ingresos y egresos y compromisos presupuestarios. La dramática situación del país en seguridad amerita un grupo especial de transición en esta materia de tal forma que pueda transmitirse en detalle la información crítica, que incluye además toda la información de adquisición de equipamiento, convenios con países amigos o aliados, ubicación geográfica de las zonas de mayor gravedad, etc.

No pueden quedar atrás en importancia las comisiones de intercambio de información en salud (en las que debe participar el IESS) y por supuesto la de las empresas públicas de las áreas estratégicas del Estado, que tanto dolor de cabeza han causado. Todas las reuniones de las otras carteras del Estado serán importantes, como obras públicas, medioambiente, vivienda, educación, etc.

El proceso de transición debe de terminar de consolidarse con las reuniones entre los presidentes saliente y entrante y con la recepción de los despachos de cada uno de los ministros y gerentes entrantes y salientes para que puedan presentar a los equipos de trabajo de funcionarios de carrera.

Por supuesto la transición también implica que quien resulte electo presidente debe abordar con anticipación a las otras funciones del Estado para concretar una agenda de intereses comunes estratégicos del país, como lo puede ser la seguridad, entre otros temas fundamentales que están pendientes, como reformas legales, presupuesto de la justicia, etc.

De un buen proceso de transición depende en gran parte el éxito o el fracaso del primer semestre de un nuevo Gobierno. Para el que viene, ese primer semestre es prácticamente la mitad de su período, por lo que es trascendental que la transición sea completa y anticipada. Debemos todos impulsar ese proceso; muchos pensarán que soy iluso, pero al menos déjenme pensar por una vez que el Ecuador estará por encima de los intereses particulares o agendas políticas. Mucho depende de quien gane y su voluntad para esto. (O)