Si esperamos que Ecuador se convierta en Dubái a partir del 24 de mayo, estamos equivocados. Es cierto que las propuestas del presidente electo apuntan a una mayor apertura comercial, reducción impositiva y facilidades para la atracción de la inversión extranjera y, por ende, mejorar la creación de empleo y reducir la pobreza, pero aquello no es suficiente para lograr la tan anhelada reactivación económica del país.

Aclaro que cuando digo que Lasso no es alquimista no lo hago con la intención de desilusionar a la población que ha depositado la esperanza de un mejor futuro a cargo de Guillermo, sino con la intención, primero, de ser realistas y que la tarea es más difícil de lo que podemos imaginar, y segundo, que él necesita el apoyo de todos nosotros. Lasso no es alquimista, es un ecuatoriano que ha aceptado el reto de administrar los recursos del Ecuador, un ciudadano al que debemos apoyar, y más allá de las posibles diferencias ideológicas que podamos tener con él, debemos pensar a nivel país y acudir a su llamado del “Ecuador del encuentro”.

Al hablar del apoyo de todos nosotros, quiero hacer énfasis en el resto de los políticos (los electos y los demás líderes locales y nacionales): no olvidar que seguimos en medio de una pandemia que aún está cobrando vidas. La prioridad crítica debe ser la vacunación masiva. Dejemos de lado los objetivos personales, el afán de capital político, el ego, los personalismos, y empecemos a combatir la pandemia con la única arma eficaz probada a nivel mundial: la vacuna. En el mismo sentido, como ciudadanos, observemos, fiscalicemos, y de ser el caso, reclamemos a los políticos a quienes les confiamos el voto y no se han dado cuenta o no quieren priorizar la lucha contra el virus. Tengamos los ojos abiertos ante lo que está ocurriendo en la Asamblea Nacional y en los diferentes espacios de coyuntura.

Pero el asunto no solo queda allí. Decir que Lasso necesita el apoyo de todos y que acudamos al encuentro nacional también es un llamado urgente a los emprendedores y empresarios. Lasso ha dicho que no subirá impuestos. Aprovechemos e invirtamos. Es el momento del sector privado. Es el momento de demostrar que los empresarios somos personas que también trabajamos con soluciones para los ecuatorianos, y del mismo modo en que se pregona en los discursos políticos, desde el sector productivo queremos reducir el desempleo y la pobreza mediante la creación de empleo digno.

Lasso no es alquimista, Ecuador no será Dubái, pero cada ecuatoriano, y más los empresarios, y mucho más aún los políticos, podemos contribuir para, primero, acabar con la pandemia, y segundo, combatir la pobreza. Solo así podremos decir que el país sanará con el “Ecuador del encuentro”, pero un encuentro sincero, empático y solidario con quienes la están pasando muy mal en esta emergencia sanitaria. Trabajemos por un país en el que haya menos política y que haya más vacunas, con menos peleas y con más inversión, con menos populismo y con más propuestas, y con menos trabas, pero con más trabajo. Lasso no puede hacerlo solo, pero lo logrará si nos unimos los diecisiete millones de ecuatorianos. (O)