Junio es el mes del Inti Raymi, y empieza a circular su supuesto significado. La idea más difundida asegura que esta fiesta-ritual es un “agradecimiento a la Pachamama”. El trasfondo de esta afirmación sugiere que indígenas, tanto en el pasado como en el presente, viven en comunión con la naturaleza, en un equilibrio donde no toman más de lo necesario, que es provisto por la naturaleza.

Nos han convertido en una especie de guardianes de la naturaleza, nunca aprovechándonos ni transformándola, simplemente adaptándonos sin dejar impacto. Asimismo, los militantes ecológicos han posicionado la idea de que los habitantes nativos de la Amazonía no la han tocado, resguardando un paraíso impoluto y virgen, resguardando un equilibrio inmemorial, donde su acción es casi inexistente. ¿Qué tan cierto es esto?

Charles C. Mann publicó en el año 2006 el libro 1491 New rebelations of the Americas before Columbus, donde rebate una serie de mitos sobre los indígenas, en especial sobre sus conocimientos técnicos para la resolución de problemas. En sus páginas encontramos ejemplos sobre cómo la relación con la naturaleza de los nativos americanos era más compleja que una de simple equilibrio sin impacto. Fueron los primeros europeos que llegaron a América quienes formularon esta tesis. Cita un fragmento de Michel de Montaigne de 1580, quien afirmaba que los indígenas vivimos en un “bendecido estado” donde no deseábamos nada más de lo que la naturaleza pueda proveer, sin excesos “superfluos”. Señalaba que los productos se obtenían sin trabajo y esfuerzo, pues los proporcionaba la madre naturaleza.

La imagen colonial del “buen salvaje” guardián de la naturaleza solo sirve a ciertos personajes políticos y civiles que lucran...

Charles Mann pone tres ejemplos interesantes que debaten estas ideas: 1) los Mayas, acorde a su investigación, provocaron su colapso social debido al uso indiscriminado de sus recursos naturales, produciendo hambrunas y sequías; 2) nativos norteamericanos tenían la costumbre de prender fuego a enormes extensiones de tierra. Señala que las grandes planicies y las praderas del medio oeste constantemente eran incendiadas, provocando transformaciones en el ecosistema; y 3) el más polémico, sostiene Mann, al menos el 10 % del bosque amazónico, que no está sumergido bajo el agua, fue creado por el ser humano. Además, la tan exaltada práctica del “roza y quema” fue introducido por los colonizadores. Por otro lado, el éxito de los incas se sostuvo en mejorar las técnicas agrícolas como el convertir numerosas laderas de cerros y montañas en terrazas para cultivo, con la intención de poder almacenar y tener grandes reservas. Todo esto demuestra que los indígenas no necesariamente, y como cualquier otro pueblo en el mundo, pueden causar catástrofes ecológicas, que no necesariamente tienen prácticas ecológicas, y que definitivamente transformaron su entorno para el beneficio humano, sin ningún tipo de consideración por el entorno.

La imagen colonial del “buen salvaje” guardián de la naturaleza solo sirve a ciertos personajes políticos y civiles que lucran de este discurso para obtener recursos internacionales y permanecer en el “lobby” ecológico internacional. (O)