En el centro de Ambato se encuentra el parque Cevallos y en su esquina, un reloj. Durante generaciones –la esquina del reloj– sirvió como sitio de referencia para quienes acordaban alguna reunión. Hace unas décadas, no existían celulares y, por lo tanto, nadie podía verificar si los convocados a la tertulia llegarían; en tales circunstancias, se esperaba.

Hoy la tecnología nos brinda la posibilidad de llamar al invitado y en tiempo real confirmar su presencia en un sitio geográfico. La necesidad de controlar y revisar la ubicación de otra persona lleva a que algunos –desesperados– regalen pulseras con georreferenciación. Así, la tecnología crea la ilusión de que el otro conocerá dónde se encuentra la persona de su interés; sin embargo, la información que recibe solo localiza la pulsera. Recuerde que la pulsera puede extraviarse o simplemente dejarse premeditadamente en un sitio.

La digitalización trajo consigo la ilusión de la inmediatez, la sensación de que las cosas se resuelven con un clic. La palabra inmediatez –como adjetivo– alude a aquello que se desata en el momento presente o de manera simultánea en relación a otro aspecto. Definitivamente la inmediatez tiene su encanto, ya que todos queremos que las cosas se resuelvan en un cerrar y abrir de ojos.

Sin embargo, la inmediatez de la era digital es frugal; si bien algunos procesos se han acelerado, otros son engorrosos, peligrosos y frustrantes. Engorrosos porque algunas instancias requieren que llenemos varios datos para satisfacer sus bancos de antecedentes. Peligrosos porque nuestra información personal puede ser apropiada y mal usada. Y frustrantes porque no siempre todo es ágil y oportuno.

(...) un cambio presidencial toma su tiempo y requerirá de la paciencia y comprensión de la ciudadanía.

Pero la ilusión de la inmediatez nos juega en contra, ya que vivimos con un bombardeo de mensajes, demandas y requerimientos. Así esa ilusión de inmediatez se traslada a las relaciones humanas; en un día cualquiera recibimos más de cien correos electrónicos, decenas de mensajes y a nuestra agenda oficial se suma una milicia de tareas –aparentemente simples– demandadas por todos con quienes nos relacionamos.

Así, tenemos que responder lo antes posible porque del otro lado hay quienes demandan respuestas instantáneas; no obstante, para que los resultados sean óptimos la mayor parte de veces se requiere analizar el contexto, pensar prospectivamente y evaluar los pros y contras; lo que difícilmente se hace instantáneamente.

También, la ilusión de inmediatez se traslada a la esfera pública y hoy, tras elegir al nuevo presidente del Ecuador, muchos se aprovecharán –de este fenómeno social de la inmediatez– para pedir respuestas instantáneas, soluciones casi mágicas y satisfacciones a las demandas sociales insatisfechas. Sin embargo, un cambio presidencial toma su tiempo y requerirá de la paciencia y comprensión de la ciudadanía.

Para que la ciudadanía espere y apoye una gestión necesita estar informada de las acciones que sus mandantes se proponen ejecutar. De tal modo que los canales de comunicación apropiada mitiguen las ansiedades generadas por la inmediatez y que son aprovechadas por grupos opositores, que en lugar de sumar complotan contra el país. (O)