Es célebre la cínica afirmación de Stalin, el terrible dictador soviético, de que “los que votan no deciden nada, los que cuentan los votos deciden todo”. Esa afirmación se convirtió en la doctrina del chavismo, del socialismo del siglo XXI.

Nicolás Maduro nombró a los que cuentan los votos e hizo, además, que los presida el mismo personaje al que antes designó contralor general y quien, en esa función, cumplió el mandado de descalificar a María Corina Machado para el desempeño de funciones públicas, razón por la cual no pudo ser candidata a la Presidencia de Venezuela.

Pero los contadores de votos, por mejor hacer, en la misma noche del día de las elecciones, el 28 de julio, reconociendo que solo tenían información del 80 % de las actas de las votaciones, declararon vencedor de la elección presidencial a Nicolás Maduro. Esa sola afirmación los condena, porque ¿qué juez puede resolver una causa sin haber estudiado el ciento por ciento del expediente? Pero ahora ha estallado un escándalo a nivel internacional, porque la inflexible opositora, María Corina Machado, ha presentado numerosas de las escamoteadas actas, con las que comprueba que muchos de los votos del candidato opositor Edmundo González Urrutia fueron generosamente anotados en favor de Maduro. Este ha reaccionado con mucha brutalidad y poco seso, y rompe relaciones con todos los países que piden lo que demandan la justicia y la razón: que se publiquen todas las actas del escrutinio, de todas las mesas de votación, y que sean verificadas, auditadas, por una comisión internacional independiente, libre de todo vínculo con la estructura electoral actual en Venezuela.

Elecciones en Venezuela: ¿se pueden tomar acciones desde la comunidad internacional o no hay nada efectivo que se pueda hacer?

El espejo de Venezuela

El escándalo es ya mundial, y el reclamo para que se publiquen y verifiquen la totalidad de las actas de votación ha sido demandado por muchos países de Europa, no solo de América. Esto es incontenible. Para sorpresa de algunos, varios gobiernos latinoamericanos considerados de izquierda exigen la verificación de las actas de votación, porque la verdad no es patrimonio ni de la izquierda ni de la derecha. La actitud del presidente de Chile, Gabriel Boric, es digna de admiración, como lo es la de muchos otros. El pronunciamiento de la OEA también puede ser importante, aunque haya divisiones de opiniones y votos, pero servirá para obligar a los gobiernos a pronunciarse; la mayoría creo que se pronunciará por la verificación del contenido de las actas. Claro que los Maduro y los Ortega rechazarán el pronunciamiento de la OEA, de la que están desvinculados.

A lo que asistimos es al inicio de una operación de rescate de Venezuela.

En Ecuador, como en muchos países de América, presenciamos la tragedia que soportan los emigrados venezolanos, que ya sobrepasan los ocho millones, y que aumentarán si continúa gobernando Maduro.

Los países de América y Europa deben coordinar acciones para aislar al gobierno de Maduro. Acciones de orden diplomático y de orden económico, que no queden frustradas como en el caso del Grupo de Lima, que motivó que más de cincuenta países reconocieran al gobierno de Juan Guaidó. (O)