El debate presidencial de la segunda vuelta no tuvo grandes sorpresas ni momentos memorables. En el marco de una corrección política por la que cualquier extranjero que lo viese pensaría que la política ecuatoriana es altamente civilizada y pacífica, ambos candidatos se aprendieron la lección, las cifras y presentaron sus propuestas de la forma más sofisticada posible. Por momentos parecía un concurso de quién era el más inteligente y tenía mejor conocimiento —o memoria— acerca de estadísticas de la realidad nacional. Esto es algo destacable, ya que ha obligado a los candidatos a tener una mejor preparación; sin embargo, me parece que el formato del debate lo vuelve un ejercicio muy tecnocrático y memorístico, y quizás no permite incomodarlos y ver la esencia política de los candidatos y sus intereses políticos más estratégicos.
Con relación a la candidata Luisa González, puedo destacar que estuvo mucho mejor que en el primer debate presidencial. Más auténtica, sin un libreto repetitivo como la vez pasada. En este sentido, se sintió que su desempeño fue mejor. Hizo buenas preguntas en general y también respondió bien, con pocas evasiones. En cuanto al candidato Daniel Noboa, creo que su desempeño fue muy parecido al de la vez pasada: parco, poco carismático, con conocimiento técnico de algunos asuntos; pero se notó como estancado y quizás no llenó las expectativas que generó con su actuación en el debate anterior. Me pareció que desperdició varias de sus preguntas, y sus respuestas no fueron nada contundentes.
¿Qué me preocupa de la situación actual? Dos asuntos: el primero es que me parece que se le está poniendo mucha fe a la preparación y propuestas “técnicas” de los candidatos, y la realidad es que creo que ninguno está preparado para afrontar la crisis política, económica y social que estamos atravesando y el duro escenario que tendremos en el 2024; quizás nadie lo esté. Sin embargo, este enfoque en el perfil del candidato y sus propuestas de políticas públicas creo que distraen de los intereses políticos y económicos a corto plazo de los grupos de poder a quienes estos candidatos representan.
Lea las últimas noticias sobre las elecciones en Ecuador
En este sentido, me parece que si gana Luisa González, más allá de tratar de tomar las medidas que le permita el contexto financiero para contener la crisis económica, social y seguridad que vivimos, su interés político estratégico es dejar el camino para el retorno político de Rafael Correa. ¿Esto es necesariamente malo? No lo sé. Lo que me preocupa de esta línea de acción es que creo que no generará un clima de estabilidad política para el próximo año. Por otro lado, si gana Daniel Noboa, más allá de tratar de implementar algunas de las propuestas, sin fuerza ni alianzas políticas en el Legislativo ni en el campo social, quizás su interés estratégico está en usar el poder del Estado para beneficiar al grupo económico al que representa tanto desde lo fiscal y tributario como desde la contratación pública.
En ninguno de los dos casos, el escenario es favorable; y más allá de que creo que el debate no tendrá un gran impacto en el electorado, debemos estar más enfocados y preocupados respecto a lo que realmente está en juego en estas elecciones y para el futuro próximo del Ecuador. (O)