En poquísimas horas, la atención del mundo futbolístico, que es la gran mayoría dentro del deporte, estará fija en el desempeño de las estrellas, en Qatar, donde empieza este fin de semana el Mundial de fútbol. Atención fija en esas 22 personas vestidas de pantaloncillos, que protagonizarán el juego en Doha. Más fija aún la atención desde acá en 11 de esos 22, que serán quienes salten a la cancha en representación de todos los ecuatorianos, en su cuarta presentación mundialista, pero su primera vez en el partido inaugural y ante el anfitrión.

Quizás esa expectativa plenamente justificada, que se cree embarga a la mitad, al menos, de la población mundial con acceso a la transmisión del fútbol, nos ha impedido fijar algo de atención a un hecho de altísima importancia que ocurrió esta semana: el arribo de la humanidad a los 8.000 millones de habitantes.

Hecho de enorme trascendencia por una serie de factores. El más importante: la velocidad con la que ocurre ese incremento, que si la lógica existiera, debería ser la misma velocidad en que tendrían que crecer los recursos y los servicios que requiere una población en países como el nuestro, donde la eliminación de la pobreza es el estribillo político más repetido. Pero no, porque según la ONU, este incremento de gente en un 80 % ocurre con mayor ímpetu en países en desarrollo, donde casi todo está por resolverse.

El mundo unido por un balón

Pero sigamos en el fútbol: durante el partido de mañana en Doha, cada vez que pite el árbitro habrá crecido en 2 personas la población. Y no digo nacido porque la cifra poblacional es el resultado de la operación matemática entre los que nacen y los que mueren. Para mayor precisión, cada minuto nacen 260, al tiempo que mueren 128. Eso nos da una cifra de 2,2 habitantes nuevos que permanecen en el planeta por un segundo, que como ya dije, es lo que demora el pitazo arbitral.

... en lo que dure el partido (...) la humanidad habrá crecido en 13.860 personas y al menos 11.000 de ellas pobres...

Entonces, en lo que dure el partido, 90 minutos más los 15 del descanso intermedio, la humanidad habrá crecido en 13.860 personas y al menos 11.000 de ellas pobres que demandan de mayor atención social. Es que en esto, la velocidad del cambio se torna peligrosa para la sostenibilidad de la especie: mientras que para llegar de los mil a los dos mil millones, la humanidad tardó 125 años, en la antigüedad, ya desde hace 70 años, cuando la cifra llegó a los 2.500 millones de habitantes, esto no ha dejado de apretar el acelerador, tanto que los últimos mil millones de habitantes, los que elevan la cifra a 8.000 millones en estos días, se han incrementado en apenas 12 años. 10 veces más rápido que en la antigüedad. Y se suma a esto que la esperanza de vida ha crecido 9 años desde 1990.

Para quienes queremos dejar un mejor mundo a nuestros hijos y nietos, no deja de preocuparnos el impacto medioambiental que significará la búsqueda permanente de recursos para atender las necesidades más elementales de esa población desbocada.

No, no era mi ánimo aguar la fiesta mundialista que nos embarga. Que mañana en el arranque gane el mejor y que ese mejor ¡sea nuestra Tricolor! Pero también, que la emoción de lo interesante no nuble nuestra preocupación por lo importante. (O)