La histórica participación de los deportistas ecuatorianos en los Juegos Olímpicos de París 2024 nos dio un verano inolvidable de alegrías casi diarias y la ilusión de que el presente de nuestros atletas augure un futuro espectacular si se logra consolidar una política de Estado alternativa hacia el deporte. Por ahora, los logros se deben a la disciplina y habilidad de cada deportista y a sus entrenadores. El Estado desde hace más de 30 años apoya a los atletas de élite de manera poco coordinada y con burocracias que lejos de ayudar entorpecen lo que por derecho merecen estos gigantes olímpicos.

Los deportistas han contado anécdotas de sus experiencias rumbo a París que son realmente inspiradoras e inexplicablemente desconocidas para casi todos los ecuatorianos. Algunos atletas de más años y logros, se han animado a recordar las adversidades en sus historias personales que no fueron suficiente para desestimularlos, así como lo mucho que falta en organización y efectividad articulada entre federaciones de cada disciplina, Comité Olímpico y Ministerio del Deporte. Todos reconocen a las empresas privadas que han sido clave para complementar los recursos que consiguen catapultar a Ecuador como el país revelación de la jornada olímpica, superando en medallas y diplomas a países más grandes y de mayor historia de éxitos en competiciones internacionales y especialmente Olimpiadas.

La campaña electoral enturbia todo proceso real de mejorar las políticas de Estado, pero es imperativo organizar conversaciones que logren procesos y leyes que optimicen recursos para conseguir más participación en competencias desde locales hasta internacionales. Los apoyos y la mirada del Estado deben ir también a esos entrenadores que en disciplinas como ciclismo, pesas, lucha, judo y marcha tienen ya un recorrido de décadas, una cultura ecuatoriana en cada disciplina. El conocimiento y entrega de esos entrenadores deberían ser aprovechados a nivel de cada provincia, de modo que su conocimiento y experiencia puedan multiplicar deportistas y nuevos entrenadores para así empezar temprano a trabajar hacia medallas y posibilidades de vidas dedicadas a los distintos deportes.

Es también hora de recuperar en cada ciudad los campeonatos interescolares e intercolegiales que llevaban a tener selecciones provinciales amplias que mostraban las capacidades de miles de jóvenes, al tiempo que los ilusionaba en viajes y destinos más prósperos. El deporte no debe ser solo un requisito de actividad física, sino ser estructurado hacia dar más hábitos y habilidades de cada individuo y encontrar los mejores de manera temprana, de modo que sus vidas y las del mismo país se transformen. Hay un déficit en el país de esperanza, y nuestros olímpicos nos la han entregado a manos llenas.

Ver a nuestros olímpicos lleva a ilusionarnos en tener un Ecuador más abierto, que progresa, las vidas de estos jóvenes son transparentes en mostrar valores de esfuerzo, honestidad y persistencia que pocos pueden igualar a nivel nacional, ¿será tal vez por eso que no reciben la atención que merecen? (O)