Los prefectos recientemente electos ofrecieron a sus electores generar empleo y crecimiento económico, pues la Constitución les otorga esa competencia. Es oportuno que reconozcan objetivamente la ejecutoria de las Administraciones salientes y perciban las oportunidades que ayudarían a hacer realidad sus promesas. Estas sugerencias se enfocan en el sector agropecuario, pues las prefecturas sirven a la ruralidad y ayudarían a reconocer qué palancas mover y cómo asignar recursos a las cadenas productivas para lograr el crecimiento económico ofrecido.

A mirar la geografía de sus territorios como una combinación viva de cadenas productivas. Este análisis ayuda a descubrir territorios que crecen más que otros. Generalmente, estos territorios cuentan con un “producto ganador” que trae dinero de fuera del territorio y con aquel mueve la economía local. Crecen sus poblaciones, su actividad económica y la infraestructura productiva. En cambio, en aquellos territorios que no tienen este producto ganador, migran sus jóvenes, desencadenando problemas cuya solución es de complejidad creciente. A priorizar en el corto plazo programas y proyectos que generen logros tempranos con los productos ganadores. Que estos logros tempranos causen condiciones favorables para intervenir en aquellos territorios que carecen del producto ganador. Para estos casos, el objetivo central sería parar la migración, detener el efecto “agujero negro” en que Quito, Guayaquil y las capitales provinciales se habrían convertido.

Definido a quién enfocar los esfuerzos, a innovar el cómo intervenir. Los programas y proyectos deben diseñarse en función de necesidades concretas del mercado, de la demanda de los canales de comercio agropecuario. Empezar por convertir los llamados programas de desarrollo de proveedores en programas de desarrollo de clientes. Que este cambio revele nuevos y eficaces servicios de inteligencia comercial, organización de eventos de compraventa de cosechas, etc., por parte de la nueva autoridad. A más de generar logros tempranos, las interacciones entre proveedores y clientes permitirán ver los cambios realmente necesarios en la oferta agropecuaria. Estos cambios por realizar definirán también el ámbito y alcance de los planes de mejora de productividad, articulación de financiamiento, etc.

En lo institucional, eliminar la dualidad existente en muchas prefecturas entre sus direcciones de fomento y sus agencias de desarrollo económico. Este marco pretendía que la dirección de fomento fuera un ente rector, y la agencia, un ejecutor; pero, en casi todos los casos existentes, ambas ejecutan programas, causando desperdicio de recursos. Que sea ocasión de una relación constructiva con las asociaciones productoras.

Siempre habrá el riesgo de captura de beneficios, a ser combatido con la vigencia de una estrategia y estructura permanente de recolección y gestión de la información, decisiones basadas en datos, transparencia y reconocimientos. Al final, que se decanten más y mejores líderes alineados con los nuevos planes, que se apropien del curso de su nueva historia. (O)