El Ministerio de Educación ha anunciado que se han realizado inserciones en el currículo nacional. Se retoman contenidos que habían sido excluidos y se añaden otros, acordes con los avances tecnológicos y los cambios socioculturales: Cívica, Ética e Integridad, Educación para el Desarrollo Sostenible, Educación Socio Emocional, Educación Vial y Educación Financiera, para formar ciudadanos con valores sólidos y conocimiento de sus deberes y derechos y preparados para el mundo actual y el futuro que no conocemos.

El anuncio es alentador y responde a una necesidad para la que muchos ecuatorianos han reclamado una respuesta. Sin embargo, hay que tener en cuenta que como lo señaló la ministra del ramo, en diez años se han realizado más de seis cambios en el currículo, lo cual ha generado “inestabilidad en el aprendizaje”.

Profesión con vocación

Evaluar los resultados de un cambio de currículo no debe ser inmediato, porque se ven cuando el estudiante evoluciona y crece y eso tarda, de manera que no hay currículo que logre el cambio buscado si no se logra un acuerdo nacional para darle continuidad, cualquiera que sea el gobierno, aunque eso no sirva para presumir de que hizo cambios para mejorar la educación y que por eso deben votar por ellos. Al contrario, la inestabilidad del aprendizaje, a la que se refirió la ministra, es real y en algunos casos puede hasta causar un retroceso.

Pero para que el cambio de currículo dé frutos es indispensable el cambio de modelo educativo, ya no se trata de que el maestro solo transmita conocimientos, sino que logre que los estudiantes desarrollen habilidades y competencias para el aprendizaje permanente que el mundo de hoy requiere. Para obtener conocimientos, hay otras fuentes, poner el dedo en una tecla es, a veces, suficiente.

El valor de las palabras

El maestro de hoy requiere adaptabilidad y flexibilidad, porque vive y debe preparar a sus estudiantes en y para un mundo cambiante. Debe dominar la tecnología educativa, propiciar el pensamiento crítico y la resolución de problemas, estimular la creatividad y no temer a la innovación, trabajar en equipo con sus estudiantes, enseñarles a analizar y evaluar la información, estar dispuestos a investigar y aprender siempre.

¿Estarán nuestros maestros listos para el cambio? ¿No será necesario ofrecerles la oportunidad de una actualización? La mayoría, responderán con entusiasmo a algo que, supondrá también, un cambio personal, porque no se puede enseñar lo que no se practica. Es una tarea que debe hacerse con responsabilidad y con pasión, porque el ejemplo influye y enseña más que las palabras. De la preparación de los maestros dependerá el cambio que se busca.

Según cifras oficiales del 23 de enero de este año, Ecuador tiene 15.506 centros educativos fiscales, fiscomisionales, municipales y particulares, en los que 4′200.000 niños y jóvenes esperan de sus, aproximadamente, 200.000 docentes, prepararse para un futuro incierto. Y de esos estudiantes de hoy dependerá el futuro de los ecuatorianos de mañana. El cambio en la formación de los futuros maestros y la puesta al día de los actuales es urgente e imprescindible para que el nuevo currículo no sea uno más y aporte al cambio de la nación. (O)