Más que nunca, es la traducción de la frase del idioma francés que he utilizado como título de esta columna. La escribo después de haber escuchado los discursos de la ceremonia de inauguración, en el año 2017, del nuevo campus Jourdan en París, de L’Ecole Normale Supérieure, que es la institución francesa de mayor prestigio en ese país, por la excelencia de su gestión académica. En esa universidad, cuya tasa de admisión de nuevos estudiantes es de menos del cinco por ciento –prácticamente desconocida por nosotros– se formaron personalidades que influenciaron en la historia de la humanidad, como Durkheim, Althusser, Foucault, Bourdieu o Derrida, entre muchos otros. Y también premios nobeles como Jean Paul Sartre, Romain Rolland, Henri Bergson, provenientes de las letras, o Louis Pasteur y otros, del mundo de las ciencias exactas.
L’École Normale Supérieure de París es considerada la primera “fábrica de nobeles” del mundo, porque cuenta con 13,5 premios nobeles por cada 10.000 estudiantes. Esta conclusión, proviene del trabajo de dos investigadores estadounidenses que enumeraron los 81 establecimientos de educación superior de los que han salido al menos tres premios nobeles desde 1901 y luego dividieron esa cifra por el número de estudiantes admitidos en esas escuelas. Desde ese enfoque, la ENS forma a muchos más premios nobeles que Caltech, Harvard, MIT o Cambridge.
Fue la alcaldesa de París de ese entonces quien pronunció la frase que inspiró este texto, cuando manifestaba que hoy más que nunca es necesario fortalecer la relación entre el conocimiento que se produce en los centros de investigación y la toma de decisiones privadas y públicas. Las ciencias humanas, insistía, permiten aclarar la realidad social en un mundo complejo en el cual la verdad se diluye y escapa permitiendo que su lugar sea ocupado por otras versiones. Hoy más que nunca se debe fortalecer la investigación en los centros académicos, porque los resultados de esos procesos iluminan la realidad permitiendo a los tomadores de decisiones una mejor comprensión de lo social y en consecuencia un mejor direccionamiento de las acciones políticas.
La realidad social de los franceses es diferente a la de los ecuatorianos. Sin embargo, el mensaje que comento es válido para ellos y también para nosotros. Si bien el vínculo de nuestras universidades con lo público y lo privado es muy obvio, sobre todo porque los tomadores de decisiones en esos ámbitos se formaron en nuestro sistema de educación superior, también existen otras relaciones que se dan a través de proyectos y programas que se enmarcan en el ámbito de su vinculación con la sociedad.
No obstante, la toma de decisiones entre nosotros está determinada en gran medida por los intereses de grupos y personas y por el criterio de los funcionarios. El conocimiento producido por la investigación universitaria, siempre disponible, generalmente no es utilizado por la clase política, porque no lo conoce y menos le interesa.
Hoy más que nunca es necesario fortalecer ese vínculo. Definir los medios y los modos para hacerlo es un desafío para la academia ecuatoriana y para la sociedad a la que sirve. (O)