Un examen de los datos trimestrales del Ecuador muestra que desde que se dolarizó la economía, en enero del 2000, transcurrieron 15 años para que la inflación ecuatoriana se sincronice con la estadounidense. Recién desde el 2015 la inflación en ambos es similar, lo que permite predecir que en el futuro cercano la inflación ecuatoriana estará a niveles estadounidenses y no latinoamericanos, lo cual es un gran alivio.

De no haber sido por el gran gasto gubernamental en los primeros años de la administración de Rafael Correa entre 2007 y 2009, la convergencia se hubiera alcanzado mucho antes, quizás en siete u ocho años, según el economista Bob Traa. Estados Unidos recién está saliendo de un periodo inflacionario, de aproximadamente 9 %, muy alto para niveles del país del norte. En Ecuador esta inflación se ha visto también reflejada en magnitudes similares, lo cual demuestra que la convergencia ya ocurrió.

Si bien el control de la inflación no arregla todos los problemas de la economía, es un avance importante porque detiene la gran “fábrica de pobres” provocada por el constante aumento de precios, como actualmente está sucediendo en Argentina. El costo social que tendrá que pagar dicho país para detener una inflación anual del 100 % va a ser enorme y se está proponiendo la dolarización a la ecuatoriana. Cabe recordar que la dolarización ecuatoriana no ocurrió como un plan pensado y debatido, sino que fue una medida de emergencia para salir de una situación incontrolable.

No es necesario dolarizar la economía para detener el espiral inflacionario. Ese fue el caso del “Fujishock” de Alberto Fujimori en el Perú el año 1990. Se mantuvo la moneda nacional, no se dolarizó la economía, pero se ajustaron los precios relativos. De un día a otro el precio de los combustibles aumentó en un 3.000 % (de 41.000 intis el galón a 1′200.000 intis). Al día siguiente del anuncio del decreto, Lima amaneció sin ninguna actividad económica, tal como ocurrió con la pandemia del 2020. El costo social fue enorme.

Después del “Fujishock”, la política monetaria y cambiaria cayó en buenas manos y se ha mantenido dentro de parámetros técnicos y racionales. El artífice de esta estabilidad es el economista Julio Velarde (Ph. D. por la Universidad de Brown), quien se ha mantenido como autoridad monetaria a lo largo de casi 17 años. Ha colaborado con Gobiernos del más diverso tinte político, comenzando con el segundo gobierno de Alan García en el 2006, pasando por el gobierno de Pedro Pablo Kuczcynski, de Alejandro Toledo, de Ollanta Humala, de Martín Vizcarra, de Francisco Sagasti, de Pedro Castillo y se mantiene aún en el gobierno de Dina Boluarte. La presencia del Dr. Velarde ha permitido aislar a la economía de los vaivenes políticos, situación por la cual el Perú, al igual que Colombia, ha recibido reconocimientos.

A nivel regional es inevitable reflexionar en la siguiente paradoja. En el Perú sería tan absurdo e impopular proponer la dolarización, como en el Ecuador sería igualmente absurdo e impopular proponer la desdolarización, tal como la tiene pensada el candidato a la Vicepresidencia Andrés Arauz. (O)