Preguntar es una de las herramientas más valiosas que tiene el ser humano, tanto para quien pregunta como para quien contesta. Las preguntas tienen mucho poder, clarifican lo que sucede, cuestionan lo que debería pasar, hacen introspección sobre quién es uno, confirman lo que se piensa acerca de las causas de un hecho, exploran diferentes alternativas para solucionar o avanzar, cambian el enfoque de la mirada sobre la realidad, abren la mente a nuevas perspectivas, estimulan el interés y la curiosidad, incluso despiertan grandes emociones.

A lo largo de casi 30 años de trabajo con equipos que se juntan y dan un tiempo valioso para tomar decisiones estratégicas, hemos utilizado las preguntas intencionalmente como el motor que impulsa el pensamiento hacia lo verdaderamente importante. Hemos podido apreciar que las preguntas esenciales son las que obligan a pensar de verdad, son las que le dan sentido y dirección a la vida; preguntas directas, claras, incómodas y movilizadoras. También son las que se formulan desde el corazón, con humildad, respeto y genuino interés.

Hemos observado recientemente la costumbre de afirmar, concluir y aseverar sin haber preguntado antes. Hay algunas posibles causas: a muchas personas les gusta mostrarse que saben, han perdido la curiosidad, sienten inseguridad, protegen el ego, no hacen una pausa en la agitada vida que viven o simplemente no quieren hacerse problemas al romper con zonas de confort y paradigmas. Hoy, sin embargo, hay que recuperar la habilidad y el hábito de hacer preguntas, sobre todo si son esenciales. En tiempos desafiantes y de cambio lo mejor que podemos hacer es preguntar a otros y a nosotros mismos.

Con el ánimo de gatillar preguntas esenciales y a manera de ejemplo comparto algunas que me gusta formular: ¿Cuál es la huella que quieres dejar en el mundo? ¿Por qué llegó esta persona a tu vida? ¿Cuál es el error más valioso que has cometido? ¿Qué es aquello que nunca has intentado hacer para lograr tus metas? ¿Realmente estás dispuesto a cambiar lo que has estado haciendo hasta ahora? ¿Cuál es la tribu o grupo que te apoya a crecer? ¿Cuál es el socio o aliado que te complementa para crear más valor? ¿Estas dispuesto a escuchar ideas nuevas? ¿Puedes pensar en una mejor estrategia o idea que lo que vienes haciendo?

Al pensar en las próximas elecciones viene a mi mente la frase de Albert Einstein: “El secreto en la vida es hacernos nuevas preguntas para encontrar nuevos caminos”. Aunque el candidato ideal no ha existido nunca ni existe ahora, sería muy válido, antes de votar, formular algunas preguntas que reflejen nuestras creencias, valores, intereses y nos ayuden a elegir mejor. Propongo las siguientes: ¿Su historia de vida qué muestra? ¿Cuáles son sus valores personales? ¿Para qué quiere el cargo? ¿Cómo sus habilidades y fortalezas pueden aportar al país? ¿Con quién cuenta para ejecutar las propuestas? ¿Qué dicen de él o ella quienes no lo conocen de cerca? ¿En qué fundamenta sus propuestas? ¿Qué de nuevo o distinto podría hacer por el Ecuador? Tengo la plena convicción de que contestarlas podría ayudar a tener sabiduría colectiva para tan importante decisión. (O)