Las creencias, valores y comportamientos son fundamentales para el éxito. Peter Drucker afirmó que la “cultura se come la estrategia en el desayuno”, para ilustrar que las metas y las decisiones se quedan en buenas intenciones si la ejecución no se alinea con la estrategia. Para el barcelonés Simón Dolan, la cultura impacta la economía, la ética y las emociones. Un estudio reciente de McKinsey halló que en las empresas cuyos CEO y sus equipos creen, valoran y usan la creatividad le están sacando más provecho a la inteligencia artificial.

Los sociólogos reconocen que hay un “código cultural” que empuja a las sociedades hacia arriba o para abajo, hacia prosperar o declinar. Recientemente, el politólogo Agustín Laje resaltó el rol de la cultura y usó la expresión “batalla cultural” para referirse a las diferentes acciones que realizan diversos grupos de la sociedad para hacer que determinados valores y creencias se vuelvan predominantes; que subyacen a algunas problemáticas morales, políticas y económicas de la sociedad “batallas culturales” que se están librando. En esta columna menciono tres ejemplos.

Uno podría ser entre quienes creen que el Estado debe solucionar casi todos los problemas de la vida cotidiana, que debe “garantizar” infinitos derechos, regular cada paso que damos y hacerse responsable incluso de lo que somos. Y entre quienes creen que las sociedades prosperan en donde las personas controlan sus vidas, deciden lo que les conviene y trabajan por ello. Que buscan de manera libre y comprometida progresar intelectual y materialmente. Otro se daría entre quienes, por ejemplo, valoran el respeto a la ley, a los derechos de las demás personas y la responsabilidad individual por el éxito propio, por las decisiones y actos vs. quienes valoran la viveza, el relativismo de la justicia y la honestidad, incluso están conformes con el statu quo.

Coincidir y discrepar…

También podría enfrentar a quienes practican la excelencia y usan los recursos de manera eficiente versus a quienes les da lo mismo cómo se hacen las cosas. Los primeros creen en gastar e invertir en lo necesario, en innovar, automatizar y optimizar para ganar; los segundos no valoran el uso del dinero, suelen ser dispendiosos, no se incomodan y cuando no les alcanza, trasladan su falta de gestión a los mercados y los clientes a través del precio o de impuestos si están en el sector público.

La familia, la empresa, la academia y todos quienes creen en la libertad, la honestidad, la responsabilidad personal y la excelencia están llamados a colaborar para dar la “batalla”, a trabajar juntos para construir una cultura que favorezca el éxito empresarial, el progreso y bienestar de nuestra sociedad ecuatoriana. A través del debate de ideas, programas educativos, el lenguaje empleado, el ejemplo de vida, los incentivos otorgados, así como el uso de las nuevas tecnologías de la información, entre otras acciones.

Desde mi primera columna en EL UNIVERSO, el 2 de marzo del 2017, he sostenido que además de obras, cambios en las leyes y reformas, el cambio social significativo y duradero se origina en las creencias, valores y comportamientos, que la cultura definitivamente marca el camino del cambio. (O)