YouTube reclama un lugar preponderante en el podio de las redes sociales. Sobre todo las que proponen contenido de largo aliento. Y lo hace a través de su anual Reporte de Tendencias y Cultura recién lanzado, que entre otros halagadores resultados dice que al menos 7 de cada 10 centennials (hasta los 22 años de edad) buscan en su plataforma profundizar y conocer detalles de algún tema que, menos de la mitad de estos mismos miembros de la generación Z han visto en otras redes, a manera de información.

Sin duda, es un paso gigante para YouTube porque en esa generación de entrada se estaría produciendo no solo un relevo con la que ya salió y la que está próxima a hacerlo (X y milennials), sino también en el ejercicio de confianza que hasta hace nada era cautivo de los medios tradicionales, justamente con la verificación y la profundización de los hechos.

Esto podría tener una explicación sencilla: mientras en redes sociales como TikTok e Instagram el algoritmo es el que nos va pasando los platos del menú, que puede ser infinitamente variado, la opción de acudir a YouTube es decidida, escogida por el usuario, que de entre todo lo que vio opta por consumir lo que más le gusta o interesa. La manera de informarse de la generación Z es de nicho y, por tanto, radicalmente distinta a lo que fueron sus antecesoras. Todo esto ha ocurrido en menos de 40 años.

Revive la filosofía

La madurez, un requisito para liderar

El reporte de YouTube, aunque pueda cuestionársele que lanza flores a su propio creador, lanza también muchos datos valiosos en esa entelequia que constituye la información digital. Deja entrever, por ejemplo, que sus audiencias, las de más larga persistencia, no se enganchan por la nota informativa en sí, sino que caen en la seducción de la exploración de causas, de propósitos; igual que gusta del análisis, la opinión y la explicación de lo que ocurre, más que del hecho en sí, lo que plantea un reto a los comunicadores sin miedo a los cambios: llegar con un producto diferente, que por importante que sea despierte el interés. Es la oportunidad que queda en medio de un océano de datos, para captar audiencias, al convertirse en el referente mayor de algún rubro, antes que solo limitarse a la temática de la que ya todos hablan.

Y el producto diferente al que me refiero no es otra cosa que buen contenido. Insisto en lo de “buen” porque ahora hay muchas cosas a las que, con sobra de generosidad, se les llama contenido por el solo hecho de haberse cruzado con el algoritmo indicado, en la ruta correcta, sin que se aplique el inventario básico.

El mismo reporte anual de YouTube resalta que casi 7 de cada 10 miembros de la generación Z que entran a su plataforma se autodefinen como creadores de contenido audiovisual, sin que acrediten, muchos de ellos, formación técnica ni académica afín. Por encima de esa realidad, 8 de cada 10 admiten que, al menos una vez a la semana, consumen contenido de sus ídolos, del ámbito que sea.

Enormes cifras que dejan fuera del juego, virtualmente, a la comunicación tradicional y las audiencias selectivas, para dar paso a la nueva realidad de intercambio de información, que lo que sí requiere, en cualquiera de las circunstancias, es que sea útil. (O)