Algunos analistas políticos advierten que la mayoría legislativa de Noboa es endeble, solo para elegir cargos en la Asamblea. Pero la Asamblea está funcionando de manera óptima.
En la legislatura se enfrentan dos bloques de igual potencia, uno oficialista y otro de oposición a ultranza. Los legisladores de PSC, Pachakutik e independientes son los que inclinan el fiel de la balanza, y lo hacen de manera responsable. Aceptan los proyectos urgentes del Ejecutivo, no se proponen hacer fracasar al Gobierno, pero se hacen sentir, proponiendo cambios en los proyectos para mejorarlos. No aceptan disposiciones que fortalezcan excesivamente al Ejecutivo frente a la sociedad.
Así es como debe funcionar una Asamblea: velar por los derechos de los ciudadanos frente a ínfulas autoritarias, pero no ser una traba para la efectividad del Gobierno.
Noboa, valiéndose del estado de emergencia, mandó dos proyectos de urgencia: uno en materia penal, que da más herramientas al Ejecutivo en la lucha contra las estructuras criminales, y mayor protección a los integrantes de las fuerzas del orden; y otro para modernizar la contratación pública, para ganar en agilidad y desterrar la contratación a precios desorbitados con proveedores corruptos. ¡Cuántos multimillonarios han surgido de vender malos productos a precios desorbitantes a Petroecuador y a los hospitales!
Son proyectos importantes. Pero no son un remezón a la sociedad o a la economía. El presidente no ha propuesto una reforma laboral o a la seguridad social. O una normativa apropiada para el gas, ahora que Perú contradice a los que niegan que en el golfo haya hidrocarburos.
Tampoco ha puesto en marcha ningún proyecto de reforma constitucional. La eliminación de sectores estratégicos debe ser prioritaria.
Veamos el caso eléctrico. Los proyectos de generación fotovoltaica y eólica aprobados no arrancan porque las empresas que los montan están obligadas a vender a Celec, y este no paga. Por lo tanto, los financistas de los proyectos no desembolsan los créditos para su construcción. Los privados en capacidad de construir una estación fotovoltaica están prohibidos de vender a más de un medidor, por lo que no se justifica su inversión. Celec es el perro del hortelano, y mientras tenga el monopolio viviremos con el peligro de apagones. El presidente dice que la va a tornar eficiente. No lo va a poder hacer en corto plazo. Y hasta que no haya apertura a la inversión privada eléctrica, habrá peligro de racionamientos.
Igual en petróleo: Petroecuador tiene en agenda acumular responsabilidades aunque no las pueda asumir. No negoció con el consorcio OCP un nuevo contrato para administrar el oleoducto, que requiere fuerte inversión, cuando no tiene cómo mantener el SOTE. En el gobierno de Lasso no negoció un nuevo contrato con la empresa que compró los derechos de Repsol, y la producción de ese bloque ha colapsado. Otro perro del hortelano.
El nacimiento del nuevo Ecuador requiere cambios que impacten, como lo demuestra Milei. Algo que diga a todos, en particular los agentes económicos, que se rompen las cadenas que mantienen al Ecuador paralizado. El no hacerlo induce a la sociedad a creer que el gobierno será gatopardista: “Que todo cambie para que todo siga igual”. (O)