Sorprenden los obstáculos que deben afrontar agricultores y agroexportadores hasta que los frutos de su esfuerzo productivo lleguen a los mercados de consumo luego de duras faenas de campo, sorteando riesgos, venciendo plagas, soportando un clima implacable y agobiante tramitología, además de supervisiones permanentes para evitar contaminación por droga que emplea métodos ingeniosos que escapan a todo control, tanto en las fases de cultivo, procesamiento, embalaje y en la transportación interna, hasta que el producto es embarcado, dando la impresión de que se han librado por fin de los embates de las mafias, pero resulta que pueden ser pinchados durante la estancia en los terminales portuarios o en la travesía y descarga en el lugar de destino, donde localizan alijos originados en nuestro atormentado país, de tal magnitud que se lo ubica como el más grande proveedor de alcaloide del ámbito europeo.

Los bienes enviados por mar tropiezan con atascos para cruzar el canal de Panamá, por las estrictas restricciones derivadas de una atroz sequía que inhabilita la operación del sistema de esclusas, que deja de funcionar a la perfección cuando escasean las lluvias, ahora deficitarias en toda América Central como consecuencia del fenómeno de El Niño, que se manifiesta en esa zona con sequías pronunciadas, obligando a los navíos a esperar turnos de tiempo indeterminado, más dañino cuando se trata de movimiento de contenedores refrigerados que llevan especialmente banano, que en el 80 % de la producción nacional utiliza esa congestionada vía. Sea cual fuere el eslabón de la cadena que termine asumiendo ese gasto, afecta a la capacidad competitiva del país, pues la facturación final deberá considerar el costo de la inevitable espera.

Lo descrito no recoge algo inusitado, aparentemente legal, pero con seguridad opaco e injusto. Se trata de que a las autoridades del canal se les ha ocurrido con absoluto desparpajo realizar subastas para adjudicar lugares privilegiados y saltar los turnos para favorecer a los que más pagan por la preferencia de tránsito, recargo incluido en la tarifa de transporte, impactando a la actividad en su conjunto, sin observar compromisos que señalan que el canal es una vía acuática interoceánica de tránsito internacional, de permanente neutralidad, base del tránsito libre en condiciones de entera igualdad. Entre tanto, los compradores finales son insensibles y reacios a reconocer alzas acordes con esas interrupciones y oprimen a los eslabones más débiles de la cadena, productores y exportadores, a que absorban las impensadas alzas.

Cierto es que disminuye el número de buques en tránsito, pero a costa de incrementar las cotizaciones de las obligadas subastas, ejemplificado en el caso de la empresa japonesa Éneos Group, que aceptó cancelar casi 4 millones de dólares, adicionales a los 400.000 dólares habituales, para acelerar el paso de uno de sus buques cargado con gas licuado de petróleo, lo cual se ha calificado como cifra récord. Esta anómala situación obliga a las autoridades ecuatorianas a ejercer su peso diplomático insistiendo se corrija esta lamentable y onerosa interferencia comercial. (O)